Ser el objetivo de Diosdado Cabello es de las peores cosas que pueden pasarle a cualquier mortal que esté en Venezuela.
Eso fue lo que sufrió en carne propia el hijo de Winston Cabas, su padre es presidente (ahora desde el exilio) de la Asociación Venezolana de Ingeniería Eléctrica y Mecánica, pero tuvo la desdicha de hacer un trabajo que en Venezuela es digno de ser perseguido, se atrevió a diagnosticar que en Venezuela podría ocurrir un nuevo apagón y eso fue lo que sucedió el 22 de julio de 2019.
Un trabajo de ese tipo en cualquier otro país sería muy bien remunerado, pero para el régimen, en especial para Diosdado Cabello eso representa una afrenta, por ello lo calificó de «vidente».
Diosdado dio la orden de «investigarlo» en alocución televisada, eso significa que los esbirros del régimen van a actuar.
Los encargados fueron las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), que no dieron con Winston Cabas, pero sí con Arnaldo, su hijo, lo sometieron a torturas durante unas 10 horas hasta que logró salir en libertad gracias a la presión internacional, especialmente la de Luis Almagro, secretario de la OEA.
Las torturas sufridas por el joven dejan en evidencia por enésima vez la fuerza bruta que ejerce el régimen chavista, lo colgaron de las manos y le dieron golpes como si fuera piñata:
«El martes aproximadamente a las 12 de mediodía me abordaron en la casa donde estaba en la zona popular de Caracas organismos del FAES, ellos llegaron preguntando de una vez por mi papá, dónde estaba Winston, hubo un momento que me confundieron con él, yo le explico que mi papá no estaba conmigo, yo estaba con mi hijo y ellos al ver que yo era el hijo menor de Winston me secuestran, me esposaron, me montaron en una camioneta, me empezaron a dar golpes, me guindaron de un gancho dentro de la misma camioneta, comenzaron a darme golpes en las costillas».
Lo llevaron al FAES de Petare (este de Caracas) donde «me torturaron, me dieron golpes con un palo preguntándome dónde estaba mi papá. Me decían que yo pagaría las cosas que hizo mi papá, que cómo él sabía que se iba a ir la luz, cuánto nos pagaron. Así me tuvieron hasta las 11 de la noche. Cada 20 y 30 minutos me daban más y más golpes», dijo el joven.
Señaló que habían hablado de llevar a cabo el traslado para el DGCIM (Dirección General de Contrainteligencia Militar), donde le advirtieron que allí le arrancarían las uñas.
«Preguntaban a cada rato quién era mi papá, por qué tanta llamadera por mí. A las 11 de la noche me soltaron».
Ya fuera de Venezuela, el ingeniero eléctrico, ha advertido que muy pronto ocurrirá otro apagón en Venezuela, como el que se registró el lunes 22 de julio debido a las condiciones del Sistema Eléctrico Nacional, pero ahora no está en Venezuela ni él ni su hijo Arnaldo.
