Las indígenas musulmanes: la extraordinaria historia de cómo el islam llegó para quedarse en México

Las indígenas musulmanes: la extraordinaria historia de cómo el islam llegó para quedarse en México
Indígenas mexicanas y musulmanes PD

Allahu Akbar’ significa en árabe «Dios es grande» y es una expresión de fe muy común en el mundo musulmán. Pero es demasiado extraño escucharla en San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, en el sureste de México, un país con una amplia mayoría católica.

Y todavía aún más extraño si quienes lo pronuncian son indígenas chamulas, algunos ataviados con sus peludos trajes de lana. Aunque en esa ciudad hay un gran mosaico de iglesias, son sobre todo católicas y evangélicas. El islam suena casi improbable. Pero ahí está.

Lo practican unos 300 indígenas chamulas que se concentran en cuatrocomunidades distintas . Y viven con las tradiciones musulmanas.

En Ramadán, el mes del ayuno para el islam, los adultos no comen ni beben agua desde que sale el sol hasta que se pone. Algunos rompen su ayuno con dátiles, como se hace tradicionalmente en los países árabes. Otros, se adaptan y lo hacen con fresas, plátanos o melón, mucho más fáciles de encontrar en San Cristóbal.

Celebran el Eid al-Fitr, o el final del ayuno, con un festín de cordero a la marroquí o barbacoa al estilo mexicano. Y dan gracias a Alá en árabe.

En su vida diaria hablan en su lengua, el tzotzil, y a veces en español, pero en cualquier caso salpicado con un Inshallah, la expresión árabe equivalente a «si dios quiere».

Los chamulas se caracterizan por su apertura religiosa: algunos practican sincretismos con tradiciones prehispánicas, pero también hay católicos y evangelistas de todas las iglesias.

Pero, ¿cómo llegaron a convertirse en musulmanes? La respuesta data de hace 25 años y tiene que ver con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en 1994.

Todos los ojos en San Cristóbal

Los ojos del mundo voltearon a Chiapas, y específicamente a San Cristóbal, para ver cómo miles de indígenas se revelaban frente sistema político y económico.

Un arcoíris de representantes de movimientos políticos y sociales querían estar cerca para ver lo que pasaba. Así sucedió también con el español Aureliano Pérez Yruela, que tiene el nombre musulmán de Nafia, y que estaba en México cuando estalló el movimiento.

Nafia pertenece al Movimiento Mundial Murabitún (MMM), un grupo islámico fundado en Granada, España, por Ian Dallas, Abdalqadir as-Sufi, un escritor escocés y cercano a la banda de los Beatles.

«Fuimos atraídos por ese momento histórico para los indígenas en Chiapas», dice Esteban López Moreno, Hajj Idriss, que fue el segundo en llegar, después que Nafia.

Así que se asentaron para hacer el trabajo y «hablar de Alá a gente que no había jamás oído hablar del islam», explica. Cuenta que al principio tenían que utilizar un intérprete porque muchos indígenas no hablaban castellano.

«Pero comprobamos que la comunicación es a nivel de los corazones, que tienen un lenguaje que no se ve pero que funciona. Entonces supieron que nosotros teníamos algo importante para ellos y eso creó un lazo de confianza. Y empezaron a convertirse en musulmanes», dice Hajj Idriss, que también es imán.

Cuenta que su mensaje fue pasando por familias: se hacía musulmán el padre, luego la madre y luego los hijos. Pero los zapatistas no se convirtieron al islam.

«Nuestra relación desde un principio fue con el mundo chamula porque el primero que se convirtió era uno de sus líderes y fue quien conectó con nosotros», explica.

Pueblo expulsado

La comunidad musulmana fue creciendo entre los indígenas expulsados de San Juan Chamula, asentados en la periferia del noreste de San Cristóbal.

Hasta alrededor del año 2000, que empezaron las rupturas con el MMM, explica Morquecho. «Porque los chamulas tienen esa tradición de movilidad social y también se separan por problemas internos entre las distintas familias».

Morquecho coincide con otros entrevistados en que los malos tratos de los españoles del MMM a los chamulas también propiciaron que muchos conversos se fueran a otras comunidades musulmanas de nueva formación.

Dicen que no les dejaban hablar con personas que no fueran musulmanas, aunque fueran sus familiares. También los obligaban a hablar solo español para poder entenderlos. Y les decían que no debían comer tortillas porque eran una porquería.

Hajj Idriss, el imán español del MMM en San Cristóbal, asegura que estas son «leyendas» y que en los distintos grupos no hay problemas. «Todo parte de nuestra semilla. Fuimos los primeros musulmanes y a partir de ahí empezaron a hacerse más. Con el paso del tiempo ha habido gente que ha querido hacer por su cuenta un pequeño sitio de oración, pero todos parten de aquí».

Ahora los MMM tienen la mezquita más grande de México, de unos 400 metros cuadrados, que se levanta imponente en la periferia de San Cristóbal.

Pero además de ellos ahora hay tres comunidades musulmanas más. Cada uno con su lugar de oración. Aunque son más bien casas adaptadas, cada grupo llama a su lugar «mezquita». Y todas están muy cerca la una de la otra.

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