CRISIS EN ECUADOR

Protestas en Ecuador: La foto más emblemática y el rol clave de las mujeres indígenas en las calles

Protestas en Ecuador: La foto más emblemática y el rol clave de las mujeres indígenas en las calles
La mujer de la foto viral provenía de la provincia de Cotopaxi. Fotografo: David Díaz Arcos

El fotógrafo David Díaz Arcos encontró la fotografía más importante de su carrera en medio de las protestas callejeras en Ecuador producta de la eliminación de subsidios a los combustibles en Ecuador.

Se encontraba en el Centro Histórico de Quito, cerca de una de las barricadas formadas por la policía.

«Me habían dado un perdigón en la pierna y por eso me retiro y empiezo a subir por una calle, un poco cojeando; cuando estaba a media cuadra la vi a ella parada, tal cual está en la foto, ella no posó para la imagen».

Ella era una indígena de la provincia de Cotopaxi, en medio de una nube de gas lacrimógeno, con una mascarilla cubriéndole su rostro.

David, fotógrafo documental desde hace ocho años y realizador audiovisual de profesión, hizo tres disparos con su cámara y luego se acercó a conversar con la mujer porque quería repetir la foto.

«Pero no hubo como, porque lanzaron más gas y salimos corriendo, ahí nos perdimos y no la volví a ver».

Él pertenece al colectivo fotográfico Fluxus Foto, que ha cubierto las marchas en la capital ecuatoriana, pero su imagen de esta mujer indígena fue enviada a la agencia de noticias Bloomberg, para la cual colabora, y de ahí llegó al Washington Post.

La fotografía se volvió inmediatamente uno de los retratos más emblemáticos de las protestas en Ecuador que comenzaron con la decisión del presidente de terminar 40 años de subsidios a los combustibles y terminaron este domingo con un acuerdo entre el gobierno y los líderes indígenas.

Para David, un apasionado de temas de derechos humanos, género y territorio, su foto muestra «el papel vital de la mujer indígena en la protesta, ya que ha estado en el frente de batalla tanto como los hombres».

Ese 9 de octubre yo estaba a pocas cuadras de David, cubriendo por primera vez como periodista una protesta indígena, y mi mayor asombro era justamente ver a cientos de mujeres marchar por el centro de Quito, muchas con sus niños a cuestas, y todas con sus blusas bordadas, sus faldas y sus pañuelos.

Ese cuidado en su apariencia no desentonaba en absoluto con la determinación que revelaban en sus declaraciones.

«Vamos a resistir hasta lo último, nosotras somos madres, mujeres e hijas, que estamos viniendo de las diferentes provincias del país para reclamar que el Estado, abusando de su poder, no venga a matar a nuestra gente, eso no vamos a permitir», me dijo Marta Chango, originaria del pueblo salasaca y coordinadora provincial del movimiento político Pachakutik en la provincia de Tungurahua.

Pero la presencia activa de tantas mujeres en las marchas indígenas en Quito no sólo sorprendió a los corresponsales extranjeros sino también a algunos ecuatorianos.

«El prejuicio dominante en Ecuador nos dice que los indios pegan a las mujeres, que el indio es machista y la mujer sometida, ese es el criterio hegemónico», le dice a BBC Mundo Adriana Rodríguez, profesora de Derecho la Universidad Andina y especialista en derechos humanos de los pueblos indígenas.

«Yo creo que las imágenes que han salido en estos días de resistencia, imágenes súper fuertes, posicionan a nivel social quiénes son las mujeres indígenas, que han estado históricamente al frente de la reivindicación de sus derechos», añade.

La mujer indigena

Mariana Yumbay es miembro activo de las organizaciones indígenas CONAIE y ECUARUNARI desde los 14 años, y hoy tiene 46. «Casi toda una vida», dice esta mujer de la comunidad Llama Corral, ciudad de Guaranda, provincia de Bolívar.

«La mujer indígena, hasta la actualidad, sufre una triple vulneración a sus derechos: por ser mujer, por ser indígena y por ser pobre. Las cifras oficiales muestran que la mujer indígena sigue siendo parte de ese nivel alto de pobreza. Igual es víctima de la violencia psicológica, sexual, física y cultural», explica a BBC News Mundo desde Quito, adonde ha marchado para protestar.

Ella considera que esta situación ha obligado a la mujer indígena a una doble lucha: pelear por sus derechos como mujer tanto fuera como dentro del movimiento, y también luchar por las causas fundamentales de los indígenas como la cuestión territorial, la identidad cultural y la educación bilingüe.

Cuando le pregunto por qué marchan con sus ropas de gala, me responde que la mujer es la guardiana de la cultura, de todo lo que implica la identidad cultural, y parte de esa identidad es el uso de la vestimenta.

«Yo misma uso mi sombrero, uso mi anaco (la falda), uso mi bayeta (el chal), mi collar, mis blusas bordadas. No es que nos despojamos de nuestra vestimenta para ir a la marcha. Y como es la ciudad, obviamente las mujeres vienen con sus mejores trajes para participar en esta lucha».

Sin embargo, lo ocurrido en Quito esta semana puede hacer que estas mujeres se replanteen el uso de la vestimenta tradicional.

«Jamás nos esperamos esta represión de la que fuimos objeto, cuando lanzaron los gases, yo ya no podía correr porque me enredaba en el traje y me quedé sentada. Entonces a la salida de la marcha conversábamos y decíamos que ya no podemos venir así porque no podemos correr, es más fácil que nos atrape la policía y que nos reprima salvajemente».

Otro elemento que diferencia a los hombres y a las mujeres indígenas en las marchas es que ellas cargan a sus niños, generalmente a la espalda, envueltos en la ropa de la madre.

«Muchos no entienden que llevemos a nuestros niños pequeños y nos cuestionan por qué no los dejamos en la casa, pero eso es no entender la realidad de los pueblos indígenas», le explica Mariana Yumbaya BBC News Mundo.

Ella señala que para la madre indígena hay una relación muy íntima con el bebé: que dejar al niño en la guardería está fuera de la cosmovisión de sus pueblos -«no está previsto en nuestro mundo encargar a otra persona el cuidado del niño»- y que tampoco están las condiciones como para decirle a una ayudante «a ver me cuida el bebé hasta yo volver de la marcha».

Adriana Rodríguez agrega que participar de estas marchas con toda la familia también responde al sentido de comunidad de los indígenas ecuatorianos: «¿Por qué vienen con sus hijos? Porque es una resistencia comunitaria, entonces viene la mamá, el abuelo, la abuela, vienen todos».

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