La iglesia es muy crítica con quienes se suicidan

Una madre demanda al cura que ofendió a su hijo muerto durante una misa

Una madre demanda al cura que ofendió a su hijo muerto durante una misa
Misa PD

Polémica por las palabras del sacerdote Don Lacuesta en relación al suicidio de Maison Hullibarger. El joven se suicidó en diciembre de 2018 y era un apasionado estudiante de justicia penal en la Universidad de Toledo, en Ohio, disfrutaba del fútbol americano y su equipo favorito eran los Pittsburg Steelers. Su caso fue muy sonado en su momento gracias a la mala nota que Lacuesta dejó en relación al caso del que nadie de la comunidad juzgó, a excepción de la manera en que Don, un representante de la iglesia y de su comunidad, se había comportado con los familiares dolientes.

A pesar de que la familia Hullibarger explicó al sacerdote los detalles de la muerte de su hijo, además de confiarle los mensajes de calma y alivio que esperaban escuchar de su parte, Don Lacuesta hizo caso omiso e incluso mencionó la palabra “suicidio” de manera despectiva y repetitiva marcando con ello una homilía llena de prejuicios y lejana a la sensibilidad de los padres, familiares y conocidos del joven en cuestión. La arquidiócesis de Detroit, estado del que era originario Maison, se disculpó con su familia tras el comportamiento del reverendo, quien tampoco tomó en cuenta la presencia de los cinco hermanos del chico, ni las palabras de consuelo y de amor al prójimo características a incluir en el mensaje de un predicador y representante de la religión católica.

La iglesia y el suicidio

Conforme a sus bases religiosas, la iglesia supone formar a pastores que ayuden a quienes lo requieran como lo era el caso de los Hullibarger. Por ello, la matriarca de la familia decidió demandar al sacerdote Don Lacuesta marcando un precedente en el que los seres queridos de una víctima no han de recibir un discurso sobre lo impropio de un suicidio y sí palabras de aliento, en las que se honre la memoria de la persona fallecida y se respete el dolor de su familia. Gracias a la denuncia y solicitud de la madre de Maison, Linda Hullinbarger, el sacerdote de la iglesia católica de Nuestra Señora de Monte Carmelo en Detroit, Don Lacuesta, jamás volverá a oficiar más funerales, además de que tendrá que solicitar ayuda para convertirse en una figura más compasiva toda vez que los acontecimientos de la comunidad lo requieran.

Desde 1975, en Estados Unidos se celebra la semana de la Prevención del Suicidio durante la segunda semana de dicho mes, a fin de comprometer a especialistas de la salud con la comunidad en materia de enfoques y alertas que ayuden a identificar posibles casos y tratarlos a tiempo. A pesar de ello, los casos de suicidio han ido en aumento a nivel global, ello conforme a reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que subraya que cada 40 segundos una persona se quita la vida. Sin embargo, fue entre 2010 y 2016 que la tasa de suicidios bajó en un 9.8%, a excepción de América, región en la que los casos fueron a la alza.

Cuando el número de incidencias en materia de suicidios va en aumento, la iglesia católica habría de contar con pastores especializados en salud mental, donde su discurso se nutra de palabras de compasión y de comprensión hacia las personas que sufren depresión o tendencias suicidas, pues en incontables ocasiones la mera homilía basada en el amor de Jesús no es suficiente para curar a quienes padecen enfermedades relacionadas a la salud mental. En contraste, en estados como el de Colorado, en la ciudad de Denver, existió un joven pastor de tan sólo 30 años, llamado Jarrid Wilson, quien se especializó en salud mental y era consejero evangélico en la materia. Su caso, que detonó en suicidio, es muestra de que al igual que la comunidad, quienes sirven a ella, requieren soporte institucional de sus templos al ser también posibles víctimas de la depresión o de pensamientos suicidas.

El mundo contemporáneo necesita que las instituciones religiosas formen y sostengan a sus líderes y pastores religiosos en materia de salud mental personal y comunitaria, a fin de que sean líderes espirituales que sepan que no cuentan con todas las respuestas, pero sí con un soporte firme en materia de resolución de problemas comunitarios que aquejen su entorno y/o la salud mental propia y comunitaria.

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