El emigrante que murió celebrando su fortuna

Edgar Patricio Gutiérrez era un manitas. De su habilidad hizo más que virtud para sobrevivir en Valencia y alcanzar una vida mejor lejos de su Ecuador natal. Cuando el sueño estaba a punto de cumplirse y toda la familia lo celebraba, un accidente de autobús en una sinuosa carretera ecuatoriana acabó con la vida de Patricio, de su mujer, de sus hijos y de decenas de familiares el pasado 24 de septiembre. Murieron 47 personas.

Cuenta Javi Martínez Caravaca en Levante que el ecuatoriano fallecido junto a 46 de sus parientes, entre ellos su esposa y sus dos hijos, al despeñarse el autocar en el que volvían de una excursión organizada para festejar su regreso al país, llevaba un año trabajando en una empresa de toldos de Valencia.

El hombre, descrito por su jefe, Manuel Iglesias, como «trabajador, obediente y con muchas ganas de abrirse camino», tenía previsto traer a su familia en breve. Sin embargo, murió a los tres días de llegar a Ecuador tras cuatro años sin ver a los suyos.

«Sé que ha sido feliz los tres días que ha pasado con su familia en su país. Cuando nos despedimos, nos tomamos una copa juntos sin que nadie pudiese imaginar una tragedia de tal magnitud».

Estas eran las palabras de Manuel Iglesias, el propietario de la empresa de Valencia en el que trabajaba Edgar Patricio Gutiérrez, el ecuatoriano fallecido junto a otros 46 compatriotas -entre ellos su esposa y sus dos hijos- al despeñarse el autobús en el que volvían de una excursión organizada con motivo de su regreso al país latinoamericano.

Edgar, que llegó a Ecuador el jueves pasado, llevaba casi cuatro años en España, el último de los cuales lo había pasado trabajando para una empresa de toldos y carpas de Valencia. Vivía en un piso del área metropolitana de Valencia con varios familiares.

Tanto su esposa como sus hijos -Kevin, de 7 años, y Jonathan, de 15-, que residían en Ecuador, recibían giros de dinero provenientes de España que él mismo se encargaba periódicamente de enviarles, aunque tenía previsto reagrupar a su familia en breve.

«Pretendía comprarse un vivienda y, de hecho, ya había mirado alguna finca que era de su agrado», explicó el que fue su jefe, Manuel Iglesias. Fue con él con quien Edgar, de 32 años, acordó poder disfrutar de 45 días libres para regresar a Ecuador por primera vez desde que emigró.

Su intención era visitar a su familia y cumplir con una cita ineludible: ser el padrino de boda de su cuñada, Ximena Suntaxi, quien el próximo día 7 de octubre tenía previsto contraer matrimonio en Sangolquí, la localidad donde residía la familia, tal como ayer confirmó a Levante-EMV una de las primas de Edgar, Angélica Chanataxi, que ha perdido a seis parientes en el siniestro.

«Teníamos planes de futuro para él»

Manuel, el jefe de Edgar, aseguró ayer que «era un buen empleado. Teníamos planes de futuro para él, queríamos que prosperara dentro de la empresa», al tiempo que lo definió como «un chico de lo más trabajador, obediente al máximo y con muchas ganas de abrirse camino.

Era un gran cerrajero y había realizado trabajos muy buenos». En lo personal, era considerado un hombre «tímido y reservado para sus cosas, pero buen amigo cuando se abría a la gente», comentó.

La breve estancia de Edgar en la empresa no había sido inconveniente para que se granjeara la simpatía de sus compañeros. Éstos y su jefe han abierto una cuenta corriente -Banco Popular con el número 0075 0003 76 0604250150- para recaudar fondos que irán a los parientes del fallecido, sin posibilidad de sufragar los gastos de los funerales.

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