(Periodista Latino / BBC Mundo, Greg Morsbach).- Un hombre de mediana edad vestido con pantalones vaquero, zapatillas y una camiseta azul trota por un empinado callejón en medio de un barrio pobre de Venezuela.
Lo siguen diez guardaespaldas, 40 periodistas, 60 asistentes de campaña y unos 100 policías.
Los residentes miran sorprendidos como este hombre manchado de sudor los saluda, le toca cariñosamente la cabeza a un niño, besa a una anciana en la frente y entra a una precaria vivienda de ladrillos rojos.
Cinco minutos más tarde, ya se ha trasladado al siguiente callejón.
Otro día y otra parada en la campaña de Manuel Rosales, el principal candidato opositor Social Demócrata, que desea derrotar a Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del 3 de diciembre.
Fue elegido en agosto como candidato de unidad por los líderes de los principales partidos de oposición con la misión de enfrentar a Chávez.
En algunos sitios hay curiosidad por saber más sobre Rosales.
En otros, es recibido con abucheos y hostilidad por los chavistas de línea dura.
Esquemas ambiciosos
Durante el último mes, Rosales y sus aliados han hecho miles de kilómetros en su gira por Venezuela.
Deliberadamente ha elegido las zonas más pobres, desde barrios humildes en la ciudad hasta poblados rurales en el interior del país.
Mientras Chávez ha estado ocupado con una seguidilla de viajes internacionales, Rosales, quien además es gobernador del estado de Zulia (rico en petróleo), ha estado de alguna manera «robando el show» con su gira proselitista de alto perfil.
Ciertamente, Rosales intentó robar el primer plano con una serie de esquemas ambiciosos que permitirían distribuir un 20% de las ganancias del crudo entre las familias de bajos ingresos.
José Vicente Carrasquero, jefe de la campaña de Rosales, ha declarado:
«Uno de esos programas se llama ‘Mi negra’. Es una tarjeta de débito de plástico negra que pensamos entregar a unas dos millones de familias pobres. Cada mes queremos transferir hasta unos US$450 a la tarjeta, dependiendo del precio del petróleo, entonces las familias podrán ir a comprar comida o ahorrar dinero para montar una pequeña empresa».
Si resulta electo, Rosales ofrece introducir una amnistía para armas de fuego con el objetivo de reducir el creciente índice de violencia por armas de fuego en Venezuela.
Por cada arma que se entregue a las autoridades, Rosales entregará US$2.400.
Pero Alberto Garrido, un importante analista político, dice que la idea es «poco realista»:
«La gente va a salir y comprar más armas con la plata que reciban. Eso huele a populismo. Rosales está comprando los votos de los pobres ofreciendo algo a cambio como dinero en efectivo. Se está comportando como un demagogo».
El Conde
¿Pero qué pasa con los otros 19 candidatos de la oposición que hasta el momento se preparan para desafiar a Chávez en las urnas el próximo diciembre?
Además de Benjamín Rausseo, un comediante y millonario que hizo su propia fortuna, la mayoría de los nombres de la lista son relativamente desconocidos para el electorado.
Rausseo inició su campaña electoral con mucho ruido y alboroto hace dos meses. Sin embargo ahora parece haber perdido el entusiasmo.
Sus políticas son, en general, favorables a los negocios, pro Washington y no tanto en favor de un estado paternalista.
Su amuleto de la buena suerte es un burro, pero va a necesitar algo más que eso para levantar su pobre rating.
El Conde del Guácharo, como se lo conoce sobre el escenario, puede decidir retirarse de la carrera electoral en noviembre, cuando las encuestas de opinión muestren, probablemente, a Manuel Rosales como el candidato más fuerte de la oposición.
Sospechas
Además de «el Conde» y Rosales, existen otros 17 candidatos. Entre ellos hay unas cuantas personas que parecen solidarizarse con la revolución socialista de Chávez.
Venezuela Da Silva, por ejemplo, una abogada de clase media, se define como pro Chávez y dice que ofrece un acercamiento más suave al programa del presidente Chávez.
Existe la sospecha -aunque hasta el momento no hay evidencias contundentes- entre los partidos de oposición tradicionales de Venezuela, de que los directores de la campaña de Chávez han alentado a los candidatos de «oposición» pro Chávez a competir con el presidente. Según Garrido:
«Esto asegura que Chávez tenga siempre muchos oponentes con los que enfrentarse el 3 de diciembre, en caso de que su principal rival, Rosales, decida abandonar la carrera antes de tiempo. Sería un bochorno internacional si todos los candidatos de la oposición se retiran, argumentando que las elecciones no fueron libres y justas».
«Opción simple»
Pero el presidente Chávez y sus simpatizantes han señalado en varias ocasiones a los grupos de oposición venezolanos por recibir millones de dólares del gobierno de Estados Unidos a través de sus principales agencias de ayuda en el extranjero.
De hecho, el presidente venezolano no quiere reconocer o nombrar a políticos individuales de la oposición durante sus discursos de campaña.
En cambio, Chávez dice que para los venezolanos la opción simple:
«O bien usted vota por Hugo Chávez, que encarna la revolución, o usted vota por el presidente Bush y sus lacayos, que representan el regreso de los días negros del neoliberalismo».
¿Sirve este argumento para convencer a los electores de rechazar a Rosales o a otros candidatos como él?
Faltando dos meses para el gran día, las encuestas de opinión le siguen dando a Chávez una clara delantera sobre Rosales.
Pero de acuerdo al analista independiente basado en Nueva York Douglas Schoen, Chávez verá probablemente reducida su ventaja en las próximas semanas:
«Es natural que cualquier presidente en funciones, en este caso Chávez, vea descender su popularidad o permanecer en el mismo lugar en este estadio de la campaña electoral».
Y agrega:
«Los votantes conocen bien a Chávez. Lo han visto durante siete años. Rosales, por otra parte, es un bocanada de aire fresco y es por eso que probablemente, su popularidad aumente».
