Crisis tras las rejas en Latinoamérica

(PL/Agencias).- La difícil situación de la población carcelaria constituye una de las mayores crisis de derechos humanos en América Latina. Esta crisis no es un problema nuevo, ni es exclusivo de Latinoamérica.

No obstante, el deterioro de las condiciones de los sitios de reclusión se ha agudizado en esta región durante la última década, como lo evidencian los frecuentes motines de prisioneros y otros episodios de violencia que han afectado a prácticamente todos los países de América Latina.

El diagnóstico

Hay un alto grado de consenso en torno a la descripción del problema.
El número de prisioneros ha crecido de manera desmesurada, desbordando la capacidad de los centros de reclusión.

Joanne Mariner, subdirectora de la división de las Américas de Human Rights Watch, indicó a la BBC que en muchas cárceles hay hasta dos, tres y cuatro veces más presos de los que debería haber de acuerdo a la capacidad locativa del penal.

Y como subraya Mark Ungar, director del proyecto de investigación sobre cárceles en América Latina titulado «Cárceles en crisis», el hacinamiento es un factor común detrás de los motines y la violencia que caracteriza a las prisiones en estos países.

La influencia y el poder que tienen grupos de crimen organizado, como mafias de narcotráfico y pandillas dentro de los penales, también es un elemento que contribuye a la situación de violencia interna.

Es igualmente notorio que, en varias naciones, la lentitud del sistema judicial hace que muchos de los internos sean personas cuya culpa no ha sido establecida.

Según cifras de ILANUD, el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente, en muchos países de la región la tasa de detenidos sin condena supera el 70%.

No hay soluciones fáciles

Sin embargo, las sugerencias frente a los anteriores problemas son variadas y en ocasiones, contradictorias.

El director de ILANUD, Elías Carranza, propone que se establezcan penas alternativas para los delitos leves, reservando así el encarcelamiento a los verdaderos enemigos de la sociedad.
Pero este objetivo se estrella contra la realidad política de sociedades que exigen mano dura contra el delito cotidiano.

Otros analistas entienden el problema carcelario como un resultado de las deficiencias administrativas de los estados latinoamericanos.

Ante esto, algunos son partidarios de la privatización de los establecimientos carcelarios, por entender que debería redundar en más inversión y eficiencia en la construcción y mantenimiento de los penales.

¿Solución o negocio?

Sin embargo, ante esta propuesta surgen voces contrarias que denuncian cómo algunas de las empresas privadas detrás del negocio de construir y administrar cárceles, promueven prisiones de alta seguridad que no siempre obedecen a las prioridades nacionales.
«Lo que lamentablemente pasa es que son construcciones muy costosas, llevadas a cabo por entidades multinacionales que, para ganar más dinero, hacen cárceles de máxima seguridad a un precio altísimo», asegura Carranza, director de ILANUD.

Y agrega: «lo que ocurre es que, por ejemplo, hay mil personas que son metidas a una cárcel como esa, y, según estudios realizados en países concretos, aquella cárcel cuesta más de lo que cuesta el resto del sistema en donde hay 8.000 presos».
Problema estructural

Varios analistas sugieren que la crisis carcelaria no terminará hasta que se solucione la desigualdad social que sirve como caldo de cultivo del crimen.

«El tema de fondo que se debe atacar es crear las condiciones para bajar la delincuencia». asegura Ungar.

En la misma línea, el director de ILANUD explica que «a menor desarrollo humano, (hay) más delito y (se necesitan) más cárceles en general».

Queda claro que no hay soluciones fáciles al problema.

No obstante, los gobiernos de la región y diversos organismos internacionales trabajan en concretar las políticas que permitan aliviar una situación de permanente violación de los derechos más elementales para los cientos de miles de presos en América Latina.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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