Ollanta Humala: “Yo no quiero jubilarme de político”

Por primera vez tras el sonado amiste entre Alan García y Hugo Chávez, el líder nacionalista Ollanta Humala habla del tema en esta entrevista en la que, además, delinea su futuro político, renueva sus lapidarias críticas al gobierno aprista y se califica, modestamente, de líder de la oposición.

–Luego del abrazo entre Alan García y Hugo Chávez, Carlos Tapia los llamó «caimanes del mismo pozo. ¿Es la posición oficial del nacionalismo?

–No, es un comentario personal e irónico del señor Tapia. A mí no me corresponde juzgar a Chávez, pero sí al presidente peruano, y creo que Alan García ha demostrado que es un criollazo, que no tiene coherencia, porque de candidato fue uno y de presidente es otro. Es una persona que fácilmente pasa la página, después de todo un costal de insultos y después de haber denunciado una hipótetica injerencia venezolana en las elecciones, que yo descarto.

–¿Ha conversado con Chávez?
–No. Mantenemos relaciones amicales, pero no solamente con Chávez. Como partido joven que somos, nos hemos dado el trabajo de construir contactos con políticos como Evo Morales, Lula y otros.

-Usted ya reconoció que fue un error de campaña no deslindar con Chávez.
–Sí.

¿Y por qué no lo hizo cuando debió?
–En ese momento me pareció que meter más leña al fuego era inconveniente. Recuerde que la Comunidad Andina de Naciones pasaba por problemas y la idea era evitar que Venezuela y Bolivia se retiren.

–¿Usted se considera líder de la oposición, o un simple peón como leí por ahí?
Yo, modestamente, me considero un líder de la oposición.

–Un radical, como usted suele llamarse.
–Acá se habla de oposición constructiva, destructiva, democrática y se manosea el tema. La nuestra no es una oposición a García, sino a sus errores. Pretendemos constituirnos en la conciencia política del gobierno. Yo me siento orgulloso de ser radical, pero no soy un extremista.

–Y la diferencia es…
–Que el radical analiza las cosas y busca llegar a la raíz de ellas, mientras que el extremista está en el borde de la mesa, en los extramuros del espacio político, en la línea de lo legal y lo ilegal.

–¿Y ese radicalismo no le impediría reconocerle aciertos al actual gobierno?
–Radical no es sinónimo de miope.

–Es decir, acepta que el actual régimen tiene puntos a favor.
–Bueno, en lo fundamental está equivocado. Puede haber cosas que haga bien, como lo de la austeridad, pero en general anda extraviado.

–¿Por ejemplo?
–Sostiene el pasado, el modelo económico neoliberal. García, para llegar al poder y satisfacer su ego personal, se ha hipotecado por cinco años.

–¿Qué le sugiere el actual acercamiento con Chile?
–Recuerdo que una de mis propuestas de campaña fue ponerle límite a las inversiones chilenas en actividades estratégicas. Eso no significa Ripley, ni Saga. Pero sí es estratégico cuando hablamos de los servicios portuarios, donde más del 70% de los capitales son chilenos. García también habló de algo parecido y dijo que el Perú debía convertirse en la primera potencia del Pacífico sur. ¿Y qué está haciendo?

–Entonces la política con Chile le parece errada.
–Y no porque haya un acercamiento. Yo no soy antichileno. Pero debemos acercanos con un objetivo. ¿Darnos besos y abrazos, o aclarar de una vez los límites marítimos? A Chile llegan submarinos y nosotros no nos armamos. No propongo una carrera armamentista, pero lo que hace García es patear los problemas para que los enfrente el nuevo gobierno.

–No cree en eso de la seguridad cooperativa, de la que hablaba Allan Wagner.
–¿Y usted cree que Chile le va a dar seguridad a usted? El Perú debe confiar en sus propias fuerzas. Repito, García no tiene el valor de enfrentar los problemas. Pero si ni siquiera tiene la consistencia para calificar a Pinochet por lo que es: un asesino.

–¿Cómo recuperará el peso político que ha perdido?
–Difiero de esa aseveración. Mira, Barrantes quedó segundo en las elecciones de 1985. ¿Y qué es de él? ¿Qué es de la Izquierda Unida? Javier Pérez de Cuéllar quedó segundo en las de 1995. ¿Y qué es de él? La tendencia normal es que los segundos puestos tienden a desaparecer.

–Está cometiendo una injusticia histórica con Barrantes y Pérez de Cuéllar.
–No pretendo restarles méritos. Lo que digo es que hacer oposición en el país es muy difícil, y más si no tienes la perspectiva de construir un partido político y solamente te enganchas a un proceso coyuntural. Pero nosotros no vamos a seguir ese camino. No vamos a desaparecer, estamos creciendo.

–No ganaron una sola presidencia regional.
–Pero somos la segunda fuerza más votada, con cerca de un millón y medio de votos.

–¿No faltaron reflejos para hacer alianzas con los movimientos regionales?
–Hay que tener en cuenta que éramos un partido que no contaba ni con 10 meses de nacido y que los plazos eran muy cortos. En todo caso, los movimientos regionales que salieron victoriosos llevan el discurso antineoliberal. Los grandes derrotados en este proceso han sido los partidos nacionales tradicionales y entre ellos, el APRA.

–Qué obsesión la suya con el APRA.
–Es la realidad. Ellos tenían 12 regiones y ahora pelean por 3. Nosotros, en cambio, que no contábamos con ningún regidor, ya tenemos 80 alcaldes. ¿Quién ha perdido?

–A ustedes en Lima les dieron una paliza. A Gonzalo García lo enviaron prácticamente a un suicidio electoral.
–No, no. Con Gonzalo hubiésemos tenido a un muy buen alcalde. Tal vez en la campaña se cometieron errores, y por eso su candidatura no despegó.

–Leí una declaración suya que me sorprendió: «Sabía que me iban a traicionar». Se refería a Carlos Torres Caro y otros. ¿Entonces por qué postuló con ellos?
–Sabía que me iban a traicionar pero no de dónde vendrían los traidores. De haber ganado la presidencia, probablemente Carlos Torres Caro seguiría camuflado como un nacionalista más. El aporte de él y de quienes lo secundan es que han batido el récord mundial del transfuguismo.

–Esos son los tránsfugas que están a la vista. Imagino que muchos anónimos se fueron tras la segunda vuelta.
–Muchos, sí, ¿por qué? Porque como el proceso de crecimiento de nuestro partido fue aluvional, llegaron golondrinos que se subieron al coche y se fueron. Y en buena hora que así haya sido. Con la gente oportunista, ¿qué puedes construir?

–Se quedó con los leales.
–¿Y cuántos más se podrán ir? La traición es cuestión de tiempo y de oportunidad.

–¿A qué se va a dedicar ahora?
–Mi tarea principal es el partido, y voy a abocarme a la parte organizativa e ideológica.

–¿Y de qué vive? Si no es molestia.
–De mi pensión, y aparte mi esposa, Nadine, trabaja.

–Es obvio que postulará en el 2011.
–No es tan obvio. Lo importante ahora es construir el partido. ¿Te digo algo? Eso no me quita el sueño.

–¿Le quita tiempo la política?
–Te quita mucho tiempo, es verdad. Pero yo no quiero jubilarme de político.

(Enique Patriau)

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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