Leo Messi: «Quiero un año sin lesiones»

Con idéntica destreza a la que exhibe en la cancha, Lionel Messi encuentra la mirada de su papá, Jorge, gambetea visualmente la barrera de cientos de brazos que le demandan la foto o el autógrafo soñado y manda un guiño que el progenitor devuelve el instante.

Es el primer saludo afectuoso con un integrante de su familia luego de que el vuelo 1161 de Aerolíneas Argentinas proveniente de Barcelona aterrizara en el Pistarini a las 7.55 de ayer. Fue saludo y de algún modo el acuerdo tácito entre ambos de «en un ratito nos juntamos».

Claro, antes del abrazo con la flia, Leo dignifica su condición de crack (y cumple con la máxima de que para serlo, hay que demostrarlo adentro y afuera de la cancha) y se dispone a atender a la gente. Después llegará el turno de Olé.

Son unas 150 personas, entre fans que fueron al aeropuerto sólo para verlo a él y la gente que anda por ahí en plan de recepción de familiares… Hay divos que se ofuscarían apenas con un brazo rodeándoles el hombro y están tipos como Messi que, con muleta y félula, bancan sin chistar la impaciencia del público que se transforma en algún que otro empujón.

Por ahí atrás, como si nada, pasan Martín Astudillo y Gustavo Reggi, del Alavés y el Levante, respectivamente. La voz se esparce, el tumulto convoca a más tumulto y ahí sigue Leo firme, estampando su firma una y otra vez, dale que te dale con el whiskyyyyy para las digitales… Le llega el turno a Noelia Fernández, que consigue la firma en su buzo con el número 19.

«No lo puedo creer, cumplí mi sueño», cuenta esta chica de 19 años que se tomó el colectivo desde Constitución… ¡el viernes! y se pasó la noche en el aeropuerto. «Estoy desde ayer a las ocho de la noche. Vi llegar a Saviola y a ese nuevo que compró el Real Madrid», cuenta. Ah, el nuevo del Madrid es un tal Gonzalo Pipita Higuaín…

«La verdad, el cariño de la gente no deja de sorprenderme». Sí, ya cumplió con todos el Pulga y ahora se dispone al diálogo: «Siempre se los agradezco a los hinchas. Desde el primer día en que empecé a jugar en la Selección me apoyaron con todo y lo siguen haciendo».

—Leo, ¿cómo queda para vos este 2006?

—La verdad es que viví muchas cosas, algunas lindas y algunas feas. Lindas porque festejé muchos títulos con el Barcelona. Y feas porque tuve dos lesiones graves que me llevaron a estar mucho tiempo afuera de una cancha…

—El momento clave fue el Mundial, ¿ya se te pasó la bronca?

—Sí, obviamente. Tuve tiempo para reflexionar y pensarlo bien y me queda la conclusión de que fue algo positivo, que fue una muy buena experiencia.

—¿Qué vas a pedir cuando brindes por el 2007?

—Este año no hay duda de lo que voy a pedir: recuperarme rápido, empezar a jugar y que no haya tantas lesiones. Quiero un año sin lesiones.

—Fueron muchos contratiempos con ese tema…

—La verdad que sí. Este año fue salir de una y meterme en otra…

—Y el regalo para el arbolito, ¿cuál sería?

—Mucha salud para mi familia. Y poder jugar tranquilo. Poder jugar…

—Ahora a disfrutar con la familia…

—Sí, por suerte me puedo quedar más tiempo de lo previsto, hasta el primero de febrero. Voy a poder estar con mi gente, disfrutando el descanso con ellos.

—¿Vas tachando los días como los presos?

—Sí. Igual, ahora se me van a pasar más rápido. Digamos que estoy mal pero bien, je… Estar acá con mi familia me pone más tranquilo… Va a ser distinto.

—¿Distinto a qué?

—Estando allá fue muy feo ver cómo los demás jugaban con la pelota mientras yo no podía hacer nada. Y el trabajo del gimnasio era siempre igual: hacer las mismas tres cosas y después irme a casa… La verdad que fue feo, pero me tuve que acostumbrar.

—¿Hubo sobredosis de PlayStation?

—Al principio sí, pero ahora ya me cansé de jugar…

—¿Y cómo te llevás con las muletas?

Ya no las aguanto más. Me queda una semana más para largarlas, poder caminar normal y ahí empezar a practicar. ¿Sabés a dónde las quiero tirar?.(OLÉ)

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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