El apoyo hispano, clave para Hillary

(PD).- En la iglesia neochurrigueresca de San Vicente de Paul una mujer avanza arrodillada por la nave central musitando plegarias, mientras un hombre en silla de ruedas eleva en castellano alabanzas al Señor.

No muy lejos, en pleno «downtown» de la ciudad, la catedral nueva de Nuestra Señora de Los Ángeles se confunde en su modernidad con el aledaño Dorothy Chandler Pavillion; allí, el padre Mendoza despide -a través del micrófono inalámbrico que lleva oculto en su casulla- la misa que acaba de celebrar en inglés: «Podéis ir en paz y validar vuestros tickets de parking a la salida». Amén.

Como escribe Manuel Cascante en ABC, son dos caras de la segunda ciudad más grande de Estados Unidos, unidas por la cruz y por la imagen de la Virgen de Guadalupe. Dos de los rostros de una ciudad, de un Estado y de un país que huele a pizza, a guacamole y a salsa agridulce.

Una tierra que ha hecho de la diversidad bandera y vértebra patriótica. Una nación en donde los latinos, los hispanos, cada día tienen más voz y cada día se hacen escuchar más alto y más claro.

Caminar por esta ciudad de fusión perfecta es tropezarse a cada paso con chavales que suman en su indumentaria las trazas de un rapero del Bronx con los ademanes de los pandilleros salvadoreños, hondureños y guatemaltecos (aquí nació la terrible Mara Salvatrucha 13): pantalones cortos y sudaderas con capucha cinco tallas más grandes, cabezas rapadas, tatuajes y gesto fiero.

Un tercio de los casi cuarenta millones de californianos proceden de México, Centroamérica, Puerto Rico y otras latitudes de Hispanoamérica. Más de dos millones y medio de ellos serán decisivos este martes en las primarias abiertas del Partido Demócrata: una quinta parte de los delegados que se elijan en las primarias y «caucus» de pasado mañana saldrán de este punto de la costa oeste. Y, según las encuestas, que le conceden una ventaja de entre 3 y 15 puntos, para dar el espaldarazo a la senadora Hillary Clinton.

En compañía del alcalde
Consciente de la importancia del voto hispano para volver a la Casa Blanca, la ex primera dama se apresuró a dejarse ver en compañía del alcalde, Antonio Villaraigosa, comiendo tacos en un restaurante popular del barrio chicano, pringándose los dedos con la salsa que escurría de sus nachos. Clinton ha sabido allegar también el apoyo de uno de los iconos en la comunidad, Dolores Huerta, cofundadora de la Unión de Trabajadores Agrícolas.

Mientras, la campaña de Barack Obama se dirigía a sindicalistas y grupos de derechos humanos para los inmigrantes, sumando a sus filas a María Elena Durazo, influyente líder de la Federación Laboral del Condado de Los Ángeles.

Pero tanto el uno como la otra remarcan en sus mensajes la promesa de buscar una solución a los entre diez y doce millones de inmigrantes irregulares. El peso latino será mucho menor en el bando republicano, que restringe la votación a sus militantes y afiliados; el triunfo, de acuerdo a los sondeos, corresponderá a John McCain.

«Show must go on»
Sin embargo, mientras el mundo gira en torno al circo de estas primarias, los angelinos parecen más pendientes de la «Super Bowl» que disputarán hoy los Patriotas de Nueva Inglaterra y los Gigantes de Nueva York, y que puede convertir en héroe nacional a Tom Brady, mariscal de los primeros.

Pues aquí la memoria histórica se va forjando sobre la marcha; por algo son monumentos el Bob Hope Patriotic Hall (una residencia para veteranos de guerra) o la primera hamburguesería McDonald´s, abierta en 1937.

En Los Ángeles el sentido del espectáculo lo domina casi todo, y el debate entre los candidatos demócratas en el Kodak Theater (durante años, escenario de la noche de los Oscar) tuvo algo de fiesta cinematográfica, con el público (Steven Spielberg, Diane Keaton, Quentin Tarantino…) aclamando a los políticos como si fueran Denzel Washington y Meryl Streep al recoger sus estatuillas.

Y es que, cuando se divisa a lo lejos las colinas de Hollywood y ese cartelón de letras blancas que albergamos en la mente como los recuerdos de nuestra Primera Comunión, no es raro pensar que a la vuelta de la esquina nos vamos a tropezar con Julia Roberts mientras compra café y donuts.

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