El Gobierno de Bucarest promueve el retorno de los inmigrantes rumanos

(PD).- Autopista a Transilvania. La mayor obra pública que acomete el Gobierno de Bucarest se convierte en la metáfora de la operación retorno abierta para los 500.000 rumanos que trabajan en España. Vía libre a quien quiera volver, es el mensaje lanzado.

Explican Nacho Para Castellón y Antoinio Baquero en El Periódico que la desaceleración económica y la crisis de la construcción en España pueden ser el empujón definitivo para que Rumanía recupere una mano de obra necesaria ahora que lloverán 27 millones de euros en fondos de la UE y todo está por hacer: infraestructuras, vivienda, industria y turismo.

Altos cargos del Gobierno de Basescu explicaron la iniciativa en un encuentro celebrado ayer en Castellón, provincia que acoge a 80.000 inmigrantes rumanos.

«Todo esto es muy bonito, pero también los goles de Contra contra el Bayern lo fueron y no sirvieron de nada. Todos queremos volver, pero no veo que den facilidades y la gente aún no se fía», lamenta Dalpan Danut, de 25 años, empleado de construcción en Sant Carles de la Ràpita.

«Gano 1.200 euros. Estoy pagando mi hipoteca. Vine con 17 años y ahora soy independiente. Volver a Rumanía sería volver a la casa paterna. Y para montar una empresa allí necesitas ser primo de algún concejal».

La desconfianza –por la pervivencia de altos cargos del régimen de Ceaucescu y por la coyuntura electoral que vive actualmente Rumanía– es el mayor obstáculo al que se enfrentan los promotores de la iniciativa. «Es comprensible. Yo mismo he sido inmigrante en Alemania y tuve muchas dudas al volver», dice Gheorghe Clement, secretario de Estado de la Agencia de Empleo rumana.

«Pero el país ha cambiado mucho y se abre una etapa de oportunidades. Lo lógico y lo ético es recuperar a nuestros trabajadores y a nuestros cerebros antes que seguir contratando pakistanís, chinos, búlgaros y kazajos. Ahora ofrecemos 10.500 empleos, pero habrá que seguir insistiendo porque hay unos 200.000 puestos vacantes».

Estefan Coniac, programador informático que trabaja de albañil en Marina d’Or, no lo ve tan claro.

«Es difícil decidirse. La gente teme fracasar y no olvida en qué condiciones salió de Rumanía. Ofrecer un sueldo de 400 euros para un peón es muy poco. Y, desde luego, no es el mejor momento para vender nuestros pisos en España.

En parte, da la impresión de que los mismos constructores que nos han explotado aquí nos quieren seguir explotando allí, porque la mayoría de las empresas que están invirtiendo en el sector inmobiliario rumano son españolas.

Aspiran al regreso de oficiales y peones, no de los titulados universitarios. Una vez enladrillada la costa española, ahora quieren enladrillar Rumanía. Se necesitan brazos, pero los cerebros se siguen marchando. Nuestra aviación está en el suelo y nuestra agricultura, en el aire».

ATRAPADOS POR LA CRISIS
Akos Derzsi, secretario de Estado del Ministerio de Trabajo rumano, dice tener claro a quién se dirige prioritariamente su programa de retorno. «A los rumanos que se vean atrapados por la crisis, a las chicas que no lograron cumplir sus expectativas y a los gitanos que acaban delinquiendo». Racula Pacuraru, de 18 años, que ayer acudió desde La Rioja para informarse, no da el perfil.

«Este año hago la selectividad y no sé si es buena idea volver a Rumanía. Aunque siempre ha sido mi paraíso de vacaciones, si pienso en el día en que acabe mi carrera y busque trabajo, me veo más en España».

Muchos de los peones rumanos que asistieron ayer al encuentro en Castellón volvieron a casa con cara de no entender nada y un folleto donde se reclaman ingenieros superiores e inspectores laborales para la autopista de Transilvania (Bucarest-Brasov).

Por ahora, solo es una buena idea, aunque sin fondos públicos para sufragar el peaje de volver y dificultades para convalidar la experiencia adquirida en España.

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