¿Quién será el segundo de Obama?

¿Quién será el segundo de Obama?

(David Ignatius).-Una de las promesas más atractivas pero menos comprobadas de la campaña presidencial de Barack Obama es que él superará las divisiones bipartidistas en América y gobernará más allá de fronteras partidistas. Tiene la ocasión de concretar esta idea diáfana de consenso político en su elección del segundo de su lista electoral.

Al ir más allá del Partido Demócrata en busca de su candidato a vicepresidente — seleccionando al Senador Republicano por Nebraska Chuck Hagel, digamos, o al alcalde independiente de Nueva York Michael Bloomberg — Obama demostraría en un instante que de verdad pretende cambiar la política divisoria en la que todos pierden de Washington. Ello ofrecería un gobierno de unidad a un país que parece querer uno.

Hay todo tipo de argumentos prácticos en contra de una elección tan poco convencional — especialmente que ello trastornaría a muchos de los partidarios Demócratas progresistas de Obama. Pero ello supondría una contundente declaración de que Obama realmente sí quiere gobernar de una manera diferente. Ello haría de «cambio en el que podemos creer» más que un lema.

Al elegir a un político veterano fuera de su propio partido Obama solucionaría tres problemas de una tacada: socavaría el atractivo bipartidista de su rebelde rival Republicano, el Senador John McCain; tranquilizaría los temores de los votantes suscitados por su propia juventud e inexperiencia; y encontraría una alternativa convincente a Hillary Clinton, que a pesar de todas sus virtudes, como vicepresidenta llegaría con un pesado bagaje — especialmente el papel de su marido, que es aún más difícil de imaginar como Segundo Caballero que como Primero.

Por otra parte, Obama necesita confrontar la acusación de que habla más de bipartidismo y cambio de lo que realmente ha cumplido. Su historial de votación en Illinois y Washington ha sido en su mayor parte el de un progresista convencional, y hay escasos ejemplos contados por su parte de asumir riesgos políticos en aras de trabajar más allá de diferencias partidistas.

McCain, por el contrario, ha librado realmente el tipo de batalla bipartidista de la que habla Obama — desde la financiación de campaña al cambio climático pasando por las leyes contra la tortura — y tiene las cicatrices políticas para demostrarlo. Ese es el motivo de que el electorado Republicano aún esté tan inquieto con él, porque sabe que los aliados naturales de McCain estos últimos años han sido centristas Demócratas. Al elegir como segundo de lista a un Republicano, Obama aventajaría a McCain – y en el proceso haría algunos enemigos en su propio partido. Eso le convertiría en un candidato más atractivo, sospecho.

Hagel sería una opción para Obama especialmente interesante. Como veterano de Vietnam condecorado, añadiría un cierto matiz de seguridad nacional a la lista electoral. Y también fue un temprano y valiente crítico Republicano de la Guerra de Irak, lo cual reforzaría una de las temáticas más poderosas de la campaña de Obama. Al mismo tiempo, aunque Hagel conviene con Obama en la necesidad de retirarse de Irak, sus credenciales militares tranquilizarían a los aliados norteamericanos con que no sería una retirada indiscriminada.

Una ventaja final es que Hagel y Obama parecen gustarse mutuamente. Se dice que Hagel ve a Obama como un político con un don especial que realmente podría ser capaz de poner de acuerdo al país. Si los Demócratas podrían aceptar las opiniones contrarias al aborto de Hagel y otros aspectos de su identidad Republicana o no es una pregunta complicada, pero de nuevo aquí, el bipartidismo tiene que ver con superar asuntos difíciles.

Bloomberg aportaría un tipo diferente de respaldo a Obama. Podría presentarse como el encargado bipartidista y solventador de problemas, el director de operaciones de la nación, si lo prefiere. Eso liberaría a Obama, que nunca ha dirigido nada de importancia, para el papel más general de liderazgo — la política visionaria en la que es tan bueno.

El alcalde de Nueva York también sería un buen segundo de lista para McCain — que necesita con urgencia alguien con credenciales económicas para compensar su propia ausencia de experiencia e interés en esta área. Pero sería difícil que el Partido Republicano suscribiera una dosis doble de bipartidismo, cuando muchos en el partido ya ven a McCain como un cuasi-Demócrata.

Si Obama se presentara encabezando una lista electoral de unidad, ello sería señal de que piensa que la nación está en problemas tan serios, nacionalmente y en el extranjero, que las normas políticas normales no sirven. Obama podría elegir entre muchos Demócratas adecuados a su segundo de lista, pero ninguno de ellos enviaría un mensaje tan contundente a América y al mundo de que realmente habla en serio con los de pasar página.

© 2008, The Washington Post Writers Group

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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