No hay día en el que Amy Winehouse no protagonice titulares. El de hoy es su intención de mudarse a una casa en Suffolk, una zona de la campiña británica en la que se encuentra el penal al que trasladarán a su marido, Blake Fielder-Civil, este fin de semana.
El objetivo de la cantante es poder visitarle de forma asidua durante los tres meses que aún tiene que cumplir de los veintisiete a los que fue condenado por agresión e intento de soborno al dueño de un bar de Londres.
Blake Fielder-Civil, el marido de Amy, de 26 años y drogadicto, pasará de la cárcel de North London´s Pentonville a otra en la campiña este fin de semana y Winehouse no quiere estar lejos.
Recientemente, Blake fue noticia porque trascendió a los medios que arrancó de las paredes de su celda todas las fotografías de Amy que tenía. Y los guardias de la prisión en la que todavía se encuentra temieron que se hiciese daño cuando rompió a llorar mientras gritaba «¿Por qué yo?». Fielder-Civil solicitó el traslado de Pentonville porque temía su suicidio.