Comunidades «invisibles» del Amazonas usan el GPS para reclamar sus tierras

(PD).- Centenares de pequeñas comunidades, muchas de ellas indígenas, que viven en la Amazonía están elaborando una cartografía propia en la que, gracias a unos simples GPS, delimitan lo que consideran que son sus tierras.

Se trata de un proyecto innovador que cuenta con el respaldo del Instituto Amazónico de Planeamiento de Brasil. Uno de sus responsables, el antropólogo Alfredo Wagner, de la Universidad de Río de Janeiro, explicó que se trata de una nueva cartografía social.

En ella, dijo, se pretende recoger la identidad tradicional de grupos aborígenes y otros colectivos, «invisibles socialmente» y que ven cómo sus territorios peligran ante el avance de la agricultura no autóctona.

Cartografía minuciosa

Wagner (Minas Gerais, 1947), quien participó en Barcelona en el foro la Amazonía herida. ¿Es posible un desarrollo sostenible?, explicó que se ha instruido a miembros de esas comunidades en el uso de los sistemas de localización por satélite para que confeccionen sus mapas.

Son trabajos cartográficos muy minuciosos, hechos por ellos mismos, con coordenadas y un grado de precisión exacta, donde marcan lo que creen relevante en sus tierras, desde cultivos a lugares arqueológicos y sagrados, poblaciones, cementerios o puestos de venta de gasolina, es decir, elementos prácticos pero también simbólicos que ayudan a reforzar su identidad colectiva.

Con esta cartografía social se busca además acabar con cierto tipo de biologismo, alimentado durante siglos únicamente de los conocimientos de naturalistas viajeros, geógrafos y botánicos que ha creado una «hegemonía de clasificación» que interpreta la Amazonía como un recurso natural, y sólo en un segundo plano, como un espacio donde viven comunidades humanas propias.

Conflicto de intereses

Este proyecto está generando un conflicto de intereses y también judicial entre las comunidades que tienen allí su hábitat -unos 35 millones de personas globalmente-, que apelan a un derecho ancestral sobre las tierras, y las grandes corporaciones agrícolas que las explotan y que presentan «supuestos documentos» de propiedad sobre las mismas.

«No importa el tiempo de ocupación, estas comunidades fueron retiradas de sus tierras originales», afirmó Wagner ante el aumento de la «invasión especulativa» producida por el alza de los precios de las materias primas -soja, caña de azúcar, celulosa, o de carbón vegetal para siderurgia-, a la que se añade la que ejerce el sector ganadero.

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