Raúl Castro pide austeridad y dice que las reformas se aplazan, pero continúan adelante

(PD).- Raúl Castro ha anunciado tiempos duros, de más austeridad en Cuba, si cabe. Pero ha dicho que no han muerto las reformas estructurales que prometió en 2007, sino que se aplazan temporalmente debido a la crisis.

El horizonte ahora es el VI Congreso del Partido Comunista, previsto para octubre de 2009, cuando deben aprobarse las nuevas directrices económicas y políticas de la revolución, que se enfrenta al dilema de abrirse para sobrevivir.

El último discurso del año del presidente cubano, ante el Parlamento reunido en pleno, estuvo cargado de realismo: las cuentas «no cuadran» y hay que «ajustar todos los sueños a las verdaderas posibilidades». Los «sueños», aunque no lo dijo, son los que han guiado la política cubana en el último medio siglo. «Nadie», dijo, «ni un individuo ni un país, puede darse el lujo de gastar indefinidamente más de lo que recibe por la venta de sus producciones o por los servicios que presta».

Raúl Castro, de 77 años, afirmó que su país debía de «ajustar los gastos en divisas a los volúmenes» que era capaz de ingresar. Y advirtió que, pese a tener relaciones de privilegio con Venezuela, no se puede «aumentar los gastos no productivos a costa de contraer deudas que tendrían que pagar nuestros hijos y nietos».

El panorama que describió el hermano menor de Fidel Castro – ausente de la vida pública desde julio de 2006 debido a una grave enfermedad -, es de extrema tensión económica. Solo el reciente paso de tres huracanes han provocado pérdidas cercanas a los 10.000 millones de dólares, un 20 % del PIB. «Hay más de 500 mil afectadas por los huracanes en el presente año en 35 municipios, y en otros 12 se suman más de 70 mil dañadas por eventos meteorológicos de años anteriores. De todas ellas, aún resta por reparar o construir totalmente el 77%», afirmó, señalando que para recuperarse de estos daños el país puede necesitar «de tres a seis años».

Las recetas anticrisis son de cajón: lo primero, «eliminar gratuidades indebidas y los subsidios excesivos», y asegurar sólo para «todos los ciudadanos por igual» la educación, salud y seguridad y asistencia social, al igual que el acceso a la cultura y el deporte. Nada más. Castro anunció que se eliminarán los «planes vacacionales» y las «ofertas gastronómicas» subsidiadas para dirigentes políticos y trabajadores destacados. También se reducirá «en un 50 % los gastos previstos en viajes al exterior» de organismos y empresas estatales. Y el Gobierno creará la Contraloría General de la República, un organismo dependiente sólo del Consejo de Estado que tendrá el objetivo de controlar y fiscalizar a «todas las estructuras de dirección».

El presidente cubano aseguro que uno de los «problemas fundamentales» de Cuba «es la falta de exigencia sistemática a todos los niveles», y dijo que más que nunca hace falta rigor y mano dura. «No nos engañemos más; si no hay presión, si no existe la necesidad de trabajar para satisfacer mis necesidades, y me lo están dando gratis por aquí y por allá, nos quedaremos sin voz llamando al trabajo».

Raúl Castro tranquilizó a los que ven en los cambios la única tabla de salvación. Según el mandatario cubano, debido a la crisis y el golpe de los huracanes, las «transformaciones estructurales y de concepto» que prometió, igual que el nombramiento de un nuevo Gobierno, se han pospuesto, pero no se han «engavetado».

Castro dijo que las realidades económicas adversas «obligaron a situar en una segunda prioridad» los planes de reformas, pero indicó que estos continúan adelante. El nuevo horizonte ahora es octubre, cuando se celebrará el VI Congreso del Partido Comunista. Entonces se sabrá en verdad qué fronteras está dispuesta a cruzar la revolución cubana en el siglo XXI.

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