(PD).- Mientras el ministro del ramo, Alfredo Pérez Rubalcaba, comparece en el Congreso para dar explicaciones tras la polémica generada por la orden de cubrir un cupo de detenciones de extranjeros indocumentados, los protagonistas de esta historia, los inmigrantes y los agentes, continúan denunciando los estragos de la poítica de persecución prioritaria de los extranjeros.
Cuenta Guillermo D. Olmo en ABC que inmigrantes como Carlos Girett han pasado por el trago de ser internado en un Centro de Internamiento de Extranjeros, donde van a parar los que son «pescados» en los controles que los policías deben montar para cumplir con las exigencias de sus superiores.
Carlos es paraguayo y vive en España con su mujer y sus dos hijos. Trabaja limpiando garajes para un patrón español que le paga con retraso y del que lleva tiempo esperando que regularice su situación. Una tarde, cuando se disponía a coger el metro en la estación de Lucero, una patrulla de la Policía Nacional le paró y le pidió la documentación. Como no la tiene, su destino fue el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche., donde permaneció durante 24 horas
Carlos cuenta que «los agentes fueron muy correctos y educados conmigo».
Sobre este padre de familia pesa desde entonces una orden de expulsión de España que, como la mayoría de ellas, no se llevó a ejecución. Los mismos representantes de los policías llevan meses denunciando la directriz de perseguir prioritariamente una infracción, la de estancia irregular en España, que ni siquiera constituye un delito, sino que solamente es una infracción administrativa. El paraguayo Carlos cree que se está incurriendo en «una caza de brujas de gente que además no somos delincuentes»
Felipe Brihuega, portavoz del Sindicato Unificado de Policía, explica que «se destina a los policías a perseguir esto, cuando hay cosas mucho más importantes; se está deteniendo a trabajadores y amas de casa, malagastando los recursos policiales. Además se está generando una imagen antipática de la Policía»
Las órdenes de expulsión rara vez se ejecutan
Otros representantes sindicales como Alfredo Perdiguero, de la Unión Federal de Policía, subrayan que, además de impopulares, estas actuaciones son estériles: «Las órdenes de expulsión rara vez se ejecutan». ABC.es conoció esta mañana un ejemplo de ello.
Jorge, dominicano de 36 años, con antecedentes penales por un delito contra la salud pública, o sea tráfico de drogas, fue arrestado en Alcobendas por carecer de papeles. Teniendo antecedentes penales, su expulsión del territorio nacional debería haber sido automática. Sin embargo, Jorge estuvo once días en el CIE de Aluche. De allí a la calle con una orden de expulsión, otra, pendiente de ejecutar. Horas de trabajo policial inútil.
La noticia de que algunas comisarías de Madrid exigen la detención de un cupo determinado «sin papeles» ha vuelto a centrar el foco informativo en los Centros de Internamiento de Extranjeros. Distintas ong´ s y colectivos de apoyo a los inmigrantes llevan tiempo denunciando las condiciones de estos centros de reclusión. Carlos cuenta que su estancia en el CIE no fue especialmente terrible. «La alimentación no es muy buena, pero sirve para salir del paso». Él sólo estuvo 24 horas.
Otro de los problemas que recuerda es el relativo a las necesidades fisiológicas. En cada celda hay diez internos y dentro de ellas no hay un sólo retrete. Cada vez que un interno tiene que evacuar debe requerir a gritos la presencia del Policia Nacional al cargo. Jorge, cuya estancia en el CIE se prolongó algo más, recuerda que, «muchas veces como no venían los policías, así que teníamos que orinar en los lavamanos que hay dentro de las celdas».
Hace apenas un par de meses, el Gobierno decidió ampliar el plazo durante el que los extranjeros podían permanecer en estos centros de 40 a 60 días para poder así tramitar las expulsiones. Tampoco esto ha permitido solucionar un problema, el de la inmigración irregular para el que tanto el Gobierno como los mandos policiales siguen sin respuesta.