DE LA SILICONA A LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La fábrica donde se construyen las muñecas sexuales más humanas

La fábrica donde se construyen las muñecas sexuales más humanas
En la entrada a la fábrica de las muñecas reales se puede ver varias de ellas en exposición BBC

«No se trata sólo de sexo».

El fundador de Abyss Creations, la empresa que fabrica las Real Dolls, muñecas de silicona de tamaño natural y gran realismo, me recibe en su oficina con una sonrisa.

El prototipo de muñeca robot.

Pequeñas figuras adornan sus estanterías y sirven para explicar cómo empezó la pasión que, con los años, derivó en un negocio que cautiva a quienes lo visitamos por primera vez, probablemente con cierta dosis de prejuicio.

Es difícil que la visita a esta fábrica situada en el sur de California, Estados Unidos, te deje indiferente.

No son muñecas inflables

Desde la misma entrada, en la que un hombre y una mujer de silicona ejercen de recepcionistas, la sensación es la de estar en un lugar a medio camino entre un museo y una sala de juegos para adultos.

Algunas veces los clientes no compran las muñecas para tener sexo sino porque son piezas únicas e inusuales y las quieren tener en la casa o en la oficina.

Dakotah, un joven de carne y hueso de 22 años, sale a darme la bienvenida.

Trabaja en la empresa desde que cumplió 18 años y está feliz y orgulloso de lo que hace.

«Cuando cuento dónde trabajo, la gente se suele quedar muy sorprendida. Tienen la imagen de las muñecas inflables de las películas, las de plástico. Pero esto son verdaderas piezas de arte».

«Luego, cuando vienen a ver lo que hacemos, se quedan boquiabiertos», me cuenta.

Nada más pasar la recepción, nos encontramos con varias muñecas en exposición. Las hay rubias y morenas, altas y bajas y con distintos tipos de cuerpo, aunque suelen coincidir en el (gran) tamaño de los senos.

Están maquilladas, tienen la manicura perfecta y unas están más ligeras de ropa que otras.

Personalizadas al detalle

Y es que las Real Dolls se pueden personalizar hasta el mínimo detalle.

El cliente puede elegir todos los detalles, incluido el tipo, forma y color del cabello.

En el sótano, donde está el grueso de la producción, me encuentro de lleno con decenas de cuerpos colgados, listos para ser convertidos en la muñeca que alguien soñó.

Están hechos de silicona y se sienten suaves y frescos al tacto.

Priman los cuerpos de mujer, pero también hay alguno masculino.

«Los clientes pueden elegir todo, desde el tipo de cuerpo, más o menos voluptuoso, hasta el tamaño de los senos, el tipo de pezón, el pelo y la vestimenta», explica Dakotah.

El precio de las muñecas oscila desde los US$5.000 de una versión básica con pocas alteraciones, hasta los US$50.000 que puede costar una muñeca muy personalizada.

Aunque la mayoría de los clientes son hombres, también hay algunas mujeres y, para sorpresa de algunos, también se venden muchas muñecas a parejas y matrimonios que llegan juntos para elegir una muñeca, a veces dos.

«¿Tienen peticiones muy estrafalarias?, ¿alguna que hayan tenido que rechazar?», le pregunto a Dakotah.

Responde que cuanto más original o fuera de lo común es el pedido, mayor es el precio, por lo que en algunos casos más extremos, la venta no termina por producirse.

De los ejemplos más singulares que recuerda, está el de un hombre que pidió una muñeca pintada de rojo y con cuernos, o el de otro cliente que solicitó una muñeca con vello por todo el cuerpo. Hubo quien encargó una muñeca con tres senos.

Y algo que cada vez es más habitual es el interés por muñecas con cuerpo de mujer a las que también se les puede ajustar un pene.

Una vida feliz

Lo que desde fuera se puede ver como una vuelta de tuerca al mundo del sexo y el deseo, para Matt McMullen es arte y fuente de felicidad.

«Asumimos que todo el mundo tiene el potencial de tener pareja, que es fácil para todos nosotros conectar con otras personas, encontrar el amor de nuestra vida, casarnos…».

«Sin embargo, hay personas que están muy solas, necesitan una compañía pero, por una razón u otra, no encuentran a la persona; para ellos, la muñeca es la respuesta», sostiene cuando subo a hablar con él después de haber visto de cerca su trabajo.

También hay versiones masculinas.

«La muñeca verdaderamente les da felicidad, no se trata sólo de sexo, va mucho más allá. Se trata de la diferencia entre volver a una casa vacía o volver a una casa en la que hay una muñeca con la que te hace ilusión pasar tiempo.

«Si esto hace feliz a una persona entonces es algo positivo, no afecta a nadie más.

Mattt McMullen, creador de las Real Dolls, empezó con figuras pequeñas como las que decoran su oficina en California. Cuando dio el salto a las figuras de tamaño natural lo hizo pensando en crear maniquíes de alta calidad.

«Cualquiera que quiera invertir energía en juzgarlos o en decidir si son repulsivos o extraños está desperdiciando su propia energía, esta gente no les hace nada», recalca.

El futuro: la inteligencia artificial

El hombre que hace 20 años empezó haciendo sus propias esculturas en el garaje de su casa no se conforma con el éxito de sus muñecas reales y decidió dar un paso más que está a punto de hacerse realidad: convertirlas en robots inteligentes.

«Lo primero en lo que me quise centrar no fue en que la muñeca se moviera sexualmente… quería dotarla de inteligencia artificial», explica.

McMullen se asoció con empresas tecnológicas y nació el proyecto RealBotix, que está avanzando muy rápidamente.

El proyecto de muñeca con inteligencia artificial se llama RealBotix.

Se trata de una aplicación para teléfonos inteligentes y tabletas que te permite experimentar lo que es tener una compañera virtual en tu celular.

«Puedes elegir su personalidad, interactuar con ella, hablarle y te contestará, recordará cosas que le hayas contado de ti, te hará preguntas y se creará una experiencia en la que sentirás que le importas»,

precisa McMullen.

«Después lanzaremos una cabeza robótica que se puede ajustar a una muñeca y que podrás conectar a la app, con lo que te hablará desde su forma física y no desde el teléfono. Podrás tener una conversación con ella, se moverá, hablará, sonreirá y moverá los ojos.

«Más adelante se podrá situar la personalidad de la robot en un entorno de realidad virtual».

«Por tanto hay tres formas de relacionarte con la robot: sólo a través de la app, en su forma física o en el entorno virtual. O de las tres maneras a la vez. Es una experiencia chévere».

Aunque todavía es un proyecto piloto, Dakotah me acompaña a ver el prototipo. Es una muñeca delgada, rubia y viste un bikini con la bandera de Estados Unidos.

Dice Dakotah que él y todos sus compañeros están entusiasmados con la idea de que las muñecas puedan convertirse en robots en un futuro no muy lejano.

Y los clientes también. Ya han llegado muchas solicitudes de información y se está formando una lista de espera.

Obras de arte

La fidelidad de los clientes es algo que enorgullece a McMullen.

La dedicación de los trabajadores es visible. Desde quienes ensamblan las piezas, hasta los que preparan las bocas, los ojos o el maquillaje, todos trabajan con mucho esmero.

«Algunos tienen más de una muñeca, otros tienen una muñeca desde hace 5 o 10 años y quieren una nueva, a veces la piden exactamente igual que la que tenían porque se sienten muy apegados.

«Y también tenemos clientes nuevos todo el tiempo. Una vez que tienes una mente abierta sobre el concepto de las muñecas, puedes mirarlas y darte cuenta de que son una obra de arte.»

«El personal que trabaja aquí es muy dedicado y tiene una formación artística, cada paso del proceso se toma muy en serio».

«No somos una fábrica de vibradores perdida en cualquier lugar del mundo con gente haciendo cientos de consoladores de goma en cadena, esto es algo muy serio y estamos constantemente innovando y avanzando para hacerlas mejor».

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