No hubo bailarinas ni grandes coreografías, tampoco un exceso de piruetas ni movimientos de cadera en el concierto en Quito de David Bisbal, quien mostró su cara más reposada e íntima, pero sin olvidar su esencia latina.
‘Ricitos’ Bisbal, un apodo que hoy siguió luciendo con orgullo y gomina, actuó en la capital de Ecuador dentro de su gira «Siempre más», en un paréntesis de su tour acústico para deleitar con un espectáculo enérgico a unos 3.000 admiradores que se congregaron en el Coliseu Rumiñauhi, en su mayoría mujeres de todas las edades.
«Me gusta todo, su alegría, su carisma, sus ojos, su voz, todo. Desde que lo vi en OT (programa de televisión que lo catapultó a la fama), me enamoró y fascinó», dijo a Efe la presidenta de su club de fans, desde la primera fila, María Inés Durán.
«Tiene una voz espectacular, se asemeja a Luis Miguel pero en su propio estilo. Es superauténtico, su forma de moverse y carisma», apuntó Lorena Buena, de 37 años, quien vino acompañada de su hija.
El artista multiplatino apareció con «Sin mirar atrás» y «Esclavo de sus besos», haciendo gala de su presencia escénica y voz pero más comedido, dejando de lado el Bisbal melodramático, de puños al aire, mirada al infinito y golpes en el pecho con la mano.
Una tónica, la de la madurez y la contención sobre el escenario, que se mantuvo durante casi todo el concierto, en el que repasó una veintena de sus éxitos acompañado de una banda de cinco músicos y con una puesta en escena sobria, con excelente iluminación y proyecciones, que reforzaban la actuación del artista.
El Bisbal más íntimo se entrevió en baladas como «Sueños rotos», «El ruido» o «Mi princesa», todas canciones de desamor, acordes con su reciente separación de Elena Tablada.
En estos temas Bisbal sonó en acústico, acompañado de piano y cuerda, en una tanda de canciones íntimas en las que versionó a artistas de la talla de Alejandro Sanz, con «Ella», o «En un rincón del alma», de Alberto Cortez.
Intérpretes con los que sueña actuar el próximo noviembre en Madrid, cuando grabe su DVD acústico de la gira que ha realizado.
Sin embargo, el David Bisbal más hiperbólico y algo dado a la sobreactuación reapareció en temas como «Tu ausencia» y brilló especialmente en «Oye el boom» o «Lloraré las penas».
La senda pachanguera la coronó con su primer sencillo, «Ave María» y la aflamencada «Bulería», que lograron poner en pie a todos.
En la recta final, y tras un tercer y último cambio de traje, el cantante de 32 años apareció con una camiseta de la selección ecuatoriana.
Fútbol, nacionalismo y romanticismo; con este triunvirato explosivo se despidió Bisbal.
Una melosa «Dígale», enrollado en una bandera del país, arrancó gritos de júbilo, abrazos y mimitos entre las parejas.
Y la triunfalista «Wavin’ flag», del Mundial de Fútbol de 2010, cobró más sentido que nunca tras la recién victoria para clasificar en Brasil 2014 de la tricolor ecuatoriana frente a Venezuela.
Un premonitorio «Silencio» y un ‘bis’ de «Esclavo de tus besos» finalizaron un concierto con el que el cantante, ahora un codiciado soltero, revalidó su carisma y ‘sex appeal’.
«Qué guapas son las niñas aquí», dijo Bisbal, echando leña al fuego en medio del concierto.
Ellas, le respondieron con una nube de confeti y pétalos, y el más prolongado de los gritos cuando se quito una chaqueta para quedarse con una ajustada camisa.
«Yo estoy lista Bisbal, contigo estaría dispuesta a todo», gritó Durán, que confesó soñar que si Elena Tablada pasó de ser presidenta del club de fans de Miami a mujer del artista, esta vez le gustaría que fuese el turno de Ecuador… y de su presidenta.