«Este es un descubrimiento emocionante que nos recuerda que, incluso con los grandes avances con los que contamos para explorar el océano, las profundidades del mar aún guardan sus secretos»
A pesar de los avances tecnológicos, el mar todavía es capaz de atesorar secretos. Esta es la conclusión a la que ha llegado la expedición formada por científicos marinos de las universidades de Duke, North Carolina State y Oregon tras toparse frente a la costa de Carolina del Norte con el pecio de un misterioso buque que, a día de hoy, no se ha podido identificar. Y es que, aunque en su interior se han descubierto varios artefactos que indican que podría datar de la Revolución Americana, aún no existen datos para corroborarlo.
«Este es un descubrimiento emocionante que nos recuerda que, incluso con los grandes avances con los que contamos para explorar el océano, las profundidades del mar aún guardan sus secretos», ha señalado Cindy Van Dover, al mando de la expedición y directora del Laboratorio Marino de la Universidad de Duke, en un comunicado del susodicho centro.
Así pues, y según parece, será necesario esperar algún tiempo para descubrir de dónde provenía este navío y quiénes fallecieron en su interior.
Un descubrimiento desconcertante
Los científicos encontraron los restos del naufragio el pasado 12 julio durante una expedición de investigación a bordo del buque «Atlántida» (la cual era realizada en una zona ubicada a una milla de profundidad cerca de la costa de Carolina del Norte).
Concretamente, fueron hallados por el «Sentry» -el vehículo autónomo de investigación submarina de la Institución Oceanográfica de Woods Hole- y el «Alvin» -un sumergible tripulado- en una misión que pretendía investigar una región cercana. Sin embargo, los expertos se llevaron una grata sorpresa al darse de bruces con este navío.
Además del casco del buque como tal, el pecio albergaba algunos artefactos usados por los marinos como una cadena de hierro, una pila de vigas de madera, ladrillos rojos, botellas de vidrio, una jarra de cerámica sin esmaltar, una brújula de metal y otro instrumento de navegación que puede ser un octante o un sextante.
Todos estos elementos, así como la estructura del navío, podrían indicar que este misterioso barco se hundió entre el siglo XVIII y XIX, un momento en el que un joven Estados Unidos estaba expandiendo su comercio por mar.
De momento, Van Dover ha informado a la agencia federal «National Oceanic and Atmospheric Administration» del descubrimiento del naufragio con el objetivo de que colaboren en su identificación. De hecho, Bruce Terrell (arqueólogo en jefe del Programa de Patrimonio Marítimo) ha señalado esta misma semana que espera poder determinar en un futuro la fecha y el país del que proviene este navío mediante un examen pormenorizado de los objetos encontrados.
«Por entonces se sucedían violentas tormentas que enviaban un gran número de buques frente a las costas de Carolina, pero pocos han sido localizados debido a la dificultad que supone trabajar en la zona», ha explicado el experto.
La tecnología, inservible
Los responsables de la expedición se han mostrado sorprendidos tanto por el misterio, como por el lugar en el que se halla el pecio. «He dirigido cuatro expediciones a ese sitio, cada una ayudada por tecnología de investigación sumergible. Es irónico pensar que estábamos explorando lugares en los que, a menos de 100 metros, había un naufragio desconocido», ha señalado Van Dover.
«El lugar es tranquilo y está bien conservado. Un estudio arqueológico cuidadoso nos desvelará, en un futuro, algo más», ha explicado David Eggleston, director del Centro de Ciencias del Mar y Tecnología en Carolina del Norte.
Por su parte, James Delgado -director del Programa de Patrimonio Marino- ha determinado que el pecio descansa cerca de «camino» afectado por las corrientes del Golfo que los navegantes han utilizado durante siglos como «autopista marítima» para llegar hasta América del Norte, el Caribe, el Golfo de México y América del Sur.