Que no hay manera, oiga. El pequeño se mete hasta las orejas en el lodazal, en un peculiar baño que al parecer le encanta, ante la mirada de su paciente madre.
Una y otra vez la elefanta intenta que desista en su caprichosa actitud, lo que le lleva un buen rato.
El vídeo fue filmado por un guía del Campamento de Safari The Hide, ubicado en el Parque Nacional Hwange de Zimbabwe, y dan muestra una vez más del profundo amor que reina entre los animales de distintas especies, por mucho que se empeñen los burros de siempre en negar la evidencia.