Macaulay Culkin, vuelve a interpretar a Kevin McCallister, su personaje más popular

[Vídeo] La absurda vida del niño gritón de ‘Solo en casa’… 25 años después

¿Cómo le afectó el que toda su familia le dejase solo en Navidad?

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Macaulay Culkin PD

Kevin McCallister, el niño de ocho años al que su familia olvidó en casa cuando se fue a hacer un viaje a París, está fatal.

Cuando se cumplen 25 años de la entrega de la primera parte de la película, que encumbró a Macaulay Culkin, lanza a hora el primer episodio de un curioso vídeo, donde se hace llamar Jack.

Mientras va a en coche con un amigo, suena en su móvil la sintonía de ‘Solo en casa’ y el chico rechaza la llamada. «Era mi madre», dice Culkin, tras lo cual Jack comenta «Rechazando las llamadas de tu madre. ¡Qué frialdad, tío!», un comentario que indigna al protagonista de McCallister.

«¿Es muy frío? A ver qué opinas de esto», argumenta el chico interpretado por Macaulay Culkin. «Es Navidad, la maldita navidad. Y toda tu familia se va de vacaciones. Toda tu familia. Y se olvidan de su puto hijo de ocho años solo en casa durante una semana», dice visiblemente traumatizado por todo el asunto. «Tuve que ahuyentar a dos psicópatas que querían entrar en mi casa. Todavía tengo pesadillas con ese tipo calvo», continúa explicando su horrible experiencia y definiendo a sus atacantes, quienes «ni siquiera decían tacos, me llamaban piojo y cosas así».

«Incluso se acordaron del imbécil de mi hermano», afirma devastado recordando de nuevo el imperdonable desliz de su familia, «pero se olvidaron de mí, el puto chaval de ocho años más mono de todo el universo».

Después de abrir su corazón a Jack, el coche para y, casualmente, se encuentran con un problema: un ladrón les apunta con una pistola para robarles. «Elegiste el coche equivocado, amigo mío», dice el personaje interpretado por Macaulay Culkin, que pasa a demostrar su pericia e inteligencia a la hora de deshacerse de los problemas.

Y, poco después, vemos cómo el trauma infantil lo ha reconvertido en una persona con evidentes problemas de conducta. Eso sí, sin perder nunca el espíritu navideño.

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