El drama de esta mujer evoca las constantes tragedias del apellido que heredó por matrimonio
La historia encoge el alma. la relata con todo detalle Walter Oppenheimer en ‘El País’ y es tan simple como estremecedora. Podría ser la viva imagen de la ruina de Grecia: una anciana revolviendo las basuras en busca de ropa.
Pero es aún más que eso: es la imagen de la maldición de los Onassis, un apellido que evoca lujo y riqueza pero también desgracias, infelicidad, muerte prematura. Porque esa anciana empobrecida es Olga Onassis, viuda de Georgios Onassis, mano derecha y primo del armador Aristóteles.
A sus 90 años, Olga Onassis apenas tiene con qué vivir. Su ruina es consecuencia de los litigios de Athina Onassis, heredera del imperio familiar, que en 2004 dejó de pagarle a Olga la asignación económica que hasta entonces recibía.
«No recibo nada de la familia. Sobrevivo solo con una pensión que ahora han recortado a 300 euros al mes por la crisis. No puedo creer lo que le ha pasado a mi país».
El diario alemán Bild Zeitung -al que cita The Daily Mail– afirma que, a pesar de sus penurias económicas, Olga aún conserva «una figura elegante». Quizás como la propia Grecia, cuna de la civilización occidental en el pasado y ahora convertida en el paria de Europa.
LA MALDICIÓN DE LOS ONASSIS
El drama de esta mujer evoca las constantes tragedias del apellido que heredó por matrimonio. El patriarca de la familia, Sócrates Onassis, se arruinó al perder los negocios que tenía en Esmirna, una zona de Turquía que pasó a Grecia tras la Primera Guerra Mundial y fue reocupada militarmente por los turcos en 1922.
El joven Aristóteles, que según cuenta la leyenda fue abroncado por su padre por gastar el poco dinero que le quedaba sobornando a los turcos para que su progenitor dejara la cárcel, decidió emigrar a Argentina para labrarse su futuro.
Aristóteles Onassis tenía 21 años cuando llegó a Argentina en barco con un billete de tercera clase y empezó a trabajar fregando platos en un restaurante.
Dos años después era millonario: viendo que las mujeres argentinas empezaban a fumar y que los únicos cigarrillos a su alcance eran de tabaco negro, empezó a importar tabaco rubio. Luego se haría multimillonario con las navieras.
Casado en 1946 con la rica Athina Livanos, con la que tuvo dos hijos, Alexander y Christina, la pareja se divorció en 1960 debido a su aventura con la famosa cantante de ópera María Callas. Conquistador compulsivo, Aristóteles acabó casándose con la hermosa Jacqueline Bouvier, la viuda del asesinado presidente John F. Kennedy.
Athina, que se casaría con el máximo rival de Aristóteles en los negocios, acabaría suicidándose en 1974. Un año antes había muerto Alexander, con solo 24 años, en un accidente de aviación. Y un año después moriría el propio Aristóteles.
Esa cadena de muertes condicionó la vida de Christina Onassis, que se casaría cuatro veces y se divorciaría otras cuatro antes de morir, con tan solo 37 años, de un edema pulmonar. Su hija Athina, fruto de su último matrimonio, con Thierry Roussel, heredaría la fortuna de los Onassis.
Pero entonces tenía solo tres años y la gestión de toda esa riqueza quedó en manos de un grupo de albaceas, la mayoría de ellos griegos y el resto, suizos. Esa división provocó peleas y enfrentamientos judiciales que alimentaron en Athina un sentimiento antigriego.
El montante de la fortuna heredada por Athina ha sido siempre un misterio debido a esos enfrentamientos, que llevaron al secretario de su difunto padre a negarle que tuviera derecho a esa fortuna.
Esos problemas, en 2004, fueron los que llevaron a Athina Onassis a recortar gastos. Y entre esos gastos estaban los 6.500 euros al año que le enviaban a Olga.
Esta intentó entonces ver a la joven sobrina-nieta, pero no lo consiguió, según publicó en aquellos años el diario griego Ekathimerini y ahora recuerda The Daily Mail.
Athina vive en Brasil con su marido, el jinete profesional Álvaro Miranda, en una casa de mil metros cuadrados por la que pagó 6,2 millones de euros en 2003, mientras Olga Onassis rebusca entre las basuras algo con lo que protegerse del frío.