Muere nazi que creó una Colonia Dignidad, un «Estado dentro del Estado» en Chile

Muere nazi que creó una Colonia Dignidad, un "Estado dentro del Estado" en Chile
. Agencia EFE

Paul Schaefer, el ex suboficial del ejército nazi que fundó en Chile la Colonia Dignidad, definida como «un Estado dentro del Estado» por el ex presidente Patricio Aylwin, murió hoy, a los 88 años.

Schaefer falleció a las 07.20 horas local (11.20 GMT) en el hospital de la cárcel de Santiago donde cumplía condenas de siete años de prisión por homicidio calificado; de tres años por infracción a la ley de armas; de tres años y un día por torturas y de veinte años por abusos sexuales contra menores.

La causa precisa de su muerte fue un paro cardiorrespiratorio, dijo a los periodistas el juez Jorge Zepeda, quien procesó y condenó a Schaefer después de que fuera detenido en Argentina y expulsado a Chile en marzo de 2005, tras varios años prófugo.

«La causa inmediata de la muerte es un paro cardiorrespiratorio, es decir, una insuficiencia cardíaca global, ya que él padecía de estenosis aórtica severa terminal, producto de una hipertensión arterial», precisó el juez, que llegó a la prisión tras el deceso de Schaefer.

También llegó al lugar Rebeca Schaefer, la hija adoptiva de quien se hacía llamar «Tío permanente» por los niños de la Colonia, contra quienes cometía abusos sexuales.

Nacido el 4 de diciembre de 1921 en la localidad de Sieburg, cercana a Bonn, Schaefer perteneció a las Juventudes Hitlerianas y sirvió como enfermero en la II Guerra Mundial, alcanzando el grado de suboficial.

Tras la guerra creó un Hogar Evangélico para niños, pero en 1959 huyó de Alemania debido a denuncias de abusos sexuales y en 1961 llegó a Chile, donde el Gobierno lo autorizó a fundar la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad cerca de la ciudad de Parral, a unos 380 kilómetros de Santiago.

El lugar, de 16.000 hectáreas y llamado Villa Baviera por sus moradores, se transformó en un enclave hermético, dotado de escuela, hospital, cementerio y aeródromo propios, rodeado de alambradas y guardias armados, todo al margen de las leyes chilenas.

Sólo testimonios de algunos colonos que lograban huir desvelaban de tanto en tanto fragmentos de la misteriosa vida de los colonos que, según se supo posteriormente, soportaban un régimen de semiesclavitud impuesto por Schaefer y un grupo de secuaces.

Durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), el lugar fue utilizado como campo de concentración y torturas por la policía secreta, cuyo jefe, Manuel Contreras, era amigo de Schaefer.

Tras la recuperación de la democracia comenzó la investigación del enclave por disposición del Gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994), quien lo definió como «un Estado dentro del Estado».

Luego de ser imputado por abusos sexuales contra 26 niños, Schaefer se esfumó en marzo de 1997, hasta que periodistas del Canal 13 de Televisión lo encontraron en una localidad cercana a Buenos Aires, donde se le detuvo y el Gobierno argentino lo expulsó a Chile.

Después se supo que Schaefer no había escapado de inmediato a Argentina, sino que permaneció oculto varios años en Chile, protegido por las redes que había tejido durante décadas en algunos círculos influyentes.

La detención de Schaefer hizo perder el miedo a muchas de sus víctimas y se sumaron en su contra acusaciones por homicidio, torturas por infracción a la ley de armas, esto último tras el descubrimiento en el interior de la Colonia de poderosos arsenales, que incluían misiles tierra-aire.

Según Martin Matthusen, portavoz actual de Villa Baviera, el lugar es hoy «absolutamente distinto y no tiene nada que ver con el sistema jerárquico y autoritario» impuesto antes por Schaefer.

En declaraciones a radio Cooperativa, Matthusen consideró, sin embargo, que «la muerte de cada persona es lamentable, haya hecho lo que haya hecho».

La Colonia Dignidad es actualmente una comunidad abierta, sus habitantes se han adaptado a la sociedad chilena, dedicados a la producción agrícola y la gastronomía.

En la Villa, sus moradores se reunieron tras enterarse de la muerte de Schaefer para discutir entre otros puntos, según trascendió, si permiten que el fundador del enclave sea enterrado en el cementerio del lugar.

Uno de los dirigentes, Ricardo Alvear, dijo a los periodistas que lamentaban que Schaefer haya muerto sin reconocer su participación en violaciones a los derechos humanos, ya que durante todo el juicio se acogió a su derecho a guardar silencio.

Según Alvear, el jerarca pudo ayudar a algunos colonos procesados que podrían ser inocentes, pero al mismo tiempo, dijo sentir «respeto» por el fallecido, «porque también me enseñó muchas cosas buenas».

Hernán Fernández, abogado de algunas víctimas, aseguró en tanto que el caso judicial «no ha terminado» porque «los cómplices de Schaefer aún están impunes y todos deben pagar por las atrocidades que cometieron».

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