Honduras recibió hoy con dolor los cadáveres de 16 hondureños asesinados en la matanza de 72 inmigrantes en México el pasado día 22, mientras el Gobierno acusaba de irresponsable al presidente de Ecuador, Rafael Correa, por revelar que un hondureño también sobrevivió a la masacre.
«Lamentamos la irresponsabilidad con que esta noticia salió al aire, particularmente porque un alto dignatario debería de darse cuenta cuándo debe hablar, cuándo debe ser prudente y cuándo sus palabras ponen en riesgo la vida de las personas», dijo a periodistas el canciller de Honduras, Mario Canahuati.
Canahuati hizo estas declaraciones mientras esperaba, junto al presidente del país, Porfirio Lobo, otras autoridades y familiares de los fallecidos, la llegada de los cadáveres de los hondureños identificados oficialmente hasta ahora como víctimas de la matanza.
Correa reveló anoche, según medios de Ecuador, que además de un inmigrante ecuatoriano también sobrevivió el hondureño, quien se encuentra bajo la protección del Gobierno de México, indicó Canahuati al ratificar versiones de autoridades mexicanas.
El canciller confirmó que su Gobierno supo «desde un principio» la existencia de un segundo superviviente de nacionalidad hondureña y lamentó que Correa haya informado del caso.
El Gobierno que preside Porfirio Lobo no dio la noticia para proteger la vida del sobreviviente, pero «lamentablemente tuvimos que escucharla por parte de un presidente, lo cual nos sorprende considerablemente», enfatizó.
El ministro pidió a la prensa manejar la información sobre este hondureño «con prudencia» y anunció que el Gobierno no dará detalles del caso porque «entre más información (…) más riesgo corren esta persona y su familia».
Agregó que el superviviente «está en perfectas condiciones», pero vive «una situación extremadamente delicada».
En el acto de recepción de los cadáveres, Lobo, acompañado de su esposa, Rosa, calificó de «inmensa tragedia» para Honduras la muerte de los 16 hondureños y expresó en un breve mensaje a los familiares de las víctimas las condolencias y solidaridad en nombre de la población y su Gobierno.
Antes de entregarlos a las familias, el Ministerio Público hará hoy mismo tres pruebas a los cadáveres: una odontológica, otra de ADN y una dactilar, para confirmar la identidad de las víctimas, informó a periodistas la coordinadora de fiscales, Daniela Ferrera.
Tras ser desembarcados del avión, los ataúdes grises con los hondureños asesinados fueron colocados en un extremo de la base aérea, donde eran esperados por decenas de familiares, entre padres, hermanos, hijos, amigos y representantes de agrupaciones religiosas, entre otros.
Cada caja mortuoria venía identificada con un número y el nombre de la víctima, más el mensaje bíblico «Dios es más grande que nuestros problemas».
Algunos familiares sufrieron desmayos cuando eran llamados para que fueran a recibir a su pariente, antes de que pasaran a un hangar de la Fuerza Aérea para realizárseles las pruebas de ADN, odontológica y dactilar.
Glenda Escobar, hermana de Víctor Manuel Escobar, uno de los fallecidos, abrazando el ataúd dijo a Efe que él «había sido deportado hace tres meses», después de haber vivido 20 años en Houston, donde residen cuatro de sus seis hijos, y que intentaba volver cuando lo mataron.
José Teodoro Oliva, hermano de Sabas Ramón Oliva, otra de las víctimas, indicó a Efe que su familiar era labrador y deja tres hijos y a su esposa.
«Esta era la cuarta vez que mi hermano intentaba viajar a Estados Unidos, aunque en la tercera logró entrar, pero fue deportado», añadió José Teodoro, quien llevará los restos de su hermano hacia San Esteban, departamento oriental de Olancho.
Cada año miles de hondureños que viajan de manera ilegal a Estados Unidos en busca de trabajo son deportados desde ese país, por vía aérea, mientras que de México regresan por tierra.