No sois bienvenidos en Francia si solo venís a beneficiaros del estado del bienestar
El presidente francés y candidato a la reelección, Nicolas Sarkozy, ha aprovechado su quinto mitin de campaña para movilizar a la derecha agitando la cuestión de la inmigración, ya que ha señalado que llegan demasiados inmigrantes al país, un guiño al electorado tradicional del ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen.
«Tenemos que reducir el número de llegadas (de inmigrantes) a nuestro territorio. No sois bienvenidos en Francia si solo venís a beneficiaros del estado del bienestar. Todo el mundo lo piensa: ha llegado el momento de que los republicanos lo digan», ha afirmado Sarkozy en el acto electoral, celebrado en Burdeos.
El mandatario ha prometido eliminar el derecho de reunión que permite a los familiares de los inmigrantes con papeles legalizar automáticamente su situación en Francia.
«Quienes vienen con la intención de no respetar nuestras leyes y nuestras costumbres, de no respetar la propiedad ajena, de no mandar a sus hijos a la escuela, de no hacer un esfuerzo de integración, no son bienvenidos en suelo francés».
En este discurso ha encajado una defensa de los valores republicanos franceses y ha arremetido contra el hecho de que en los colegios públicos se sirva comida conforme a las tradiciones musulmanas, especialmente la carne ‘halal’.
«Reconozcamos el derecho de todos a saber lo que están comiendo, sea o no ‘halal’. Me gustaría ver en el etiquetado el método de sacrificio».
Sarkozy ha defendido igualmente las festividades de raíz cristiana y las iglesias como parte integrante de la civilización francesa.
«Tenemos que considerar nuestras festividades, las torres de iglesias y catedrales en nuestros pueblos y ciudades, nuestras costumbres gastronómicas, nuestra moral, como aspectos de nuestra civilización, no solo de nuestra religión: la civilización de la República Francesa».
Mientras, el rival de Sarkozy y candidato socialista, François Hollande, ha defendido desde Dijon, en la Borgoña (este) los ideales de la tradición laica republicana y ha prometido que gobernará pensando en los intereses nacionales, sin la influencia de su partido ni de las élites económicas francesas.
«El próximo presidente será independiente de su partido. Soy un socialista y seguiré siéndolo, pero no actuaré simplemente como el líder de mi partido».