El tipo huía tras un atraco, acuchilló a un agente y se lanzó al río. Los policías tuvieron que formar una cadena humana para salvarle, ante el elevado caudal y la fuerte corriente
El sentido del deber es lo que ha llevado a once funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía a formar una cadena humana para salvar a un delincuente que se había tirado al Ebro en Zaragoza cuando huía de un agente, al que había acuchillado previamente sin llegar a herir, cuando lo perseguía tras un intento de atraco.
Así lo han relatado esta mañana el funcionario que salvó su vida gracias al equipo de transmisiones que llevaba guardado en el bolsillo y que paró la cuchillada del agresor y otros tres compañeros que intervinieron en la operación, desarrollada el pasado martes en torno a las 19.30.
La operación comenzó el 29 de octubre de 2012, después de que se recibiera un aviso por parte del servicio de Seguridad del Centro Deportivo Helios de que en el entorno del complejo un menor de 12 años había sufrido un atraco por parte de dos personas.
Con las características de los agresores, un adulto y un menor, dos policías que prestaban servicio de paisano localizaron a los individuos en la parte posterior de una gasolinera de la Avenida de Ranillas cuando atracaban a un joven universitario y que emprendieron la huida tras recibir el alto de los agentes.
Uno de los funcionarios logró atrapar al menor, un chico de 15 años de origen rumano, y prestó auxilio a la víctima, quien sufría un shock nervioso, mientras que el otro compañero emprendió la persecución del adulto, quien de forma súbita se encaró contra el policía y le asestó una cuchillada con un cuchillo de cocina de 25 centímetros de hoja y que el agente logró esquivar parcialmente.
Sin preocuparse de si estaba herido, el policía continuó una persecución, que derivó por la ribera del río a pesar de que, ha comentado, el delincuente ya le había amenazado con que no lo iba a coger vivo y que si lo intentaba «nos degollaba a todos» ya que más compañeros habían acudido en auxilio.
Además, en la huida el agresor se percató de que había dos jóvenes en la ribera a los que también amenazó con matar si el agente continuaba con la persecución, pero que alertados por los gritos de «¡policía!, echad a corred», la pareja pudo salir corriendo.
Una vez acorralado en la ribera, el delincuente, con las iniciales S.J.M., optó por tirarse al río hasta que comenzó a pedir ayuda pasados unos 15 minutos, por lo que dos agentes de la Unidad de Prevención y Reacción decidieron lanzarse al cauce.
Debido al elevado caudal y la fuerte corriente que había en el río los funcionarios también se vieron en apuros por lo que el resto de compañeros que esperaban en la orilla decidieron formar una cadena humana y lograron alcanzarlos y sacar del río al delincuente.
Aunque el agente agredido, quien lleva seis años en el Cuerpo, se ha enfrentado a otras acciones arriesgadas, ha reconocido que la del martes ha sido la de más peligrosidad.
Y es que, ha explicado, se trataba de un hombre de 1,85 metros de altura, corpulento «rabioso y sin nada que perder», ya que ni si quiera depuso su actitud cuando le encañonó con su arma reglamentaria.
El delincuente, un hombre de 26 años de etnia gitana y quien se encontraba en libertad condicional tras salir de la cárcel, ha permanecido desde el martes en el hospital debido a una hipotermia y hoy ha pasado a disposición judicial acusado de robos con intimidación, atentado contra los agentes de la autoridad y tentativa de homicidio, han informado fuentes del CPN