Las terribles imágenes llegan desde una prisión brasileña cualquiera, donde dos presos son torturados por el sádico funcionario de turno.
Les obliga a extender las manos y les golpea con saña las palmas con la ayuda de un palo para, después, hacer lo propio con los pies.
Los condenados gritan a rabiar, mientras sus compañeros contemplan la escena sin decir ni mu.
Es, desde luego, una clara violación de los tratados internacionales, recogidos en la Convención de Naciones Unidas contra la Tortura.
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