El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha promulgado este martes 7 de febrero de 2017 la ley que despenaliza la violencia doméstica, que en un primer momento será considerado únicamente falta administrativa, para indignación de organizaciones de mujeres y defensores de los Derechos Humanos.
La nueva ley introduce cambios en el artículo 116 del Código Penal ruso, de tal forma que los ataques contra familiares ya no serán considerados delito si se trata de una primera denuncia. Sólo se presentarán cargos si la situación persiste.
De esta forma, el primer maltrato pasará a estar castigado con un arresto leve de entre diez y quince días y una multa máxima de 30.000 rublos (473 euros). El agresor podrá sustituirlo también por servicios a la comunidad de entre 60 y 120 horas.
La reincidencia sí será delito
La reincidencia sí será delito y estará penada con una multa de hasta 40.000 rublos (630 euros), servicios obligatorios a la comunidad durante medio año o un periodo de arresto de hasta tres meses, según recoge la agencia de noticias oficial Itar-Tass.
La diputada Yelena Mizulina ha justificado los nuevos cambios porque ya hay «59 artículos que estipulan la responsabilidad penal por la violencia». Según Mizulina, la despenalización afectará a «asaltos físicos que no requieren atención médica» y que son, en su opinión, «disputas familiares con consecuencias menores».
Entre los argumentos esgrimidos por los defensores de la nueva ley también figuran la supuesta necesidad de proteger los derechos de los padres a imponer disciplina a sus hijos o la teoría de que el Estado no debe inmiscuirse en cuestiones familiares.
Para los críticos, en cambio, supone dejar en la sombra a quienes son víctimas de violencia dentro de las paredes de un hogar. Según un informa publicado en 2010 por Naciones Unidas, cada año unas 14.000 mujeres mueren en Rusia a manos de sus maridos u otros parientes, informa la agencia de noticias Reuters.