El Gobierno de Juan Manuel Santos marcará una nueva era en Colombia caracterizada por una menor crispación política, tanto interna como externa, y una mayor gobernabilidad que durante la gestión de Álvaro Uribe, quien tras ocho años en el poder pasará el testigo a su heredero el 7 de agosto.
Analistas consultados por Efe coincidieron en que el futuro presidente colombiano impondrá una nueva forma de gobernar, más democrática y transigente, pese a que su victoria está marcada por su mensaje de continuidad de las políticas de Uribe.
Santos ganó la segunda vuelta de las presidenciales, celebrada este domingo, con el 69 por ciento de los votos, frente al 25,5 por ciento obtenido por el ex alcalde de Bogotá y aspirante por el Partido Verde, Antanas Mockus.
Aunque Santos rindió un homenaje a Uribe en su primer discurso como presidente electo, el doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Universidad Nacional de Bogotá Alejo Vargas auguró que se irá distanciando «poco a poco» de su antecesor.
«Santos ha mostrado talante democrático en el pasado, va a ser un gobierno de menos confrontación que el de Uribe, con menos crispación, con más respeto a la institucionalidad», aseveró Vargas, para quien el presidente electo puede tener además «un margen de maniobra política amplio».
Según el analista, el futuro vicepresidente, Angelino Garzón, está además en condiciones de manejar con prudencia las relaciones con los organismos internacionales, por su papel como ex embajador ante la ONU, así como con los sindicatos, al haber pertenecido a ese gremio en el pasado.
En política exterior también se vaticina una mejora, ya que, como asegura Vargas, «la personalización de las relaciones internacionales» en el Gobierno de Uribe «fue negativa», y el mejor ejemplo está en el caso de Venezuela.
«Está claro que para Santos es una gran prioridad tener buenas relaciones con la región», manifestó el politólogo, quien, no obstante, reconoció que «con el presidente Hugo Chávez nunca las cosas son previsibles».
Fernando Giraldo, doctor en Ciencias Políticas por la Sorbona de París, se mostró de acuerdo en que «Santos va a plantear una línea de ruptura, que ya ha comenzado a expresar», y consideró que eso es conveniente por «el bien de todos».
Va a tratar de «restablecer las relaciones con Venezuela y Ecuador», muy deterioradas en el primer caso y rotas en el segundo, y también con el Poder Judicial, profundamente dañadas por las incesantes intervenciones de Uribe sobre las decisiones de los magistrados.
«Tiene apego a la Constitución y a la democracia, respeta la institucionalidad, se va a dirigir a restablecer las relaciones con el Poder Judicial porque le conviene que la política se depure y eso le va a dar legitimidad», destacó Giraldo.
Para este experto, también profesor de la Universidad Javeriana, «el primer golpe a Uribe» es cuando Santos plantea un gobierno de unidad nacional, ya que el actual mandatario «nunca pensó que eso fuera necesario».
Es precisamente esa propuesta de Santos la que le ha facilitado las adhesiones de prácticamente todas las fuerzas políticas: el Partido Conservador, una facción mayoritaria del Partido Liberal y Cambio Radical.
Estas formaciones, unidas al Partido de la U, al que pertenecen Uribe y Santos, acaparan más del 80 por ciento de las dos cámaras del Congreso, lo que significa que la oposición estaría representada únicamente por el izquierdista Polo Democrático Alternativo (PDA), que cuenta con trece escaños de los 268 de las dos Cámaras.
El Partido Verde de Mockus tiene aún menos representación: nueve escaños en total, y está por definirse si también se adhiere al plan de Santos.
Y esto es lo que preocupa a los analistas, el escaso margen de maniobra de la oposición
Mientras que para Vargas es absolutamente necesario que «la oposición tenga garantías para que pueda cumplir con su tarea de control», Giraldo cree que el desafío de Santos es mantener esas adhesiones prometidas.
En todo caso, ambos coinciden en que el gobierno de Santos «obviamente va a tener un gran margen de gobernabilidad».