El canciller de Brasil, Celso Amorim, afirmó que el «dedo acusador» apuntado a los países que violan los derechos humanos puede merecer «aplausos», pero «raramente salva» vidas, según una columna del jefe de la diplomacia brasileña publicada en la prensa.
«El dedo acusador puede rendir aplausos al dueño, pero raramente salva al periodista silenciado, al condenado a muerte, al pueblo sin acceso a la urna o a la mujer privada de su dignidad. Aislar a quien se quiere convencer o disuadir es una mala estrategia», apuntó Amorim en una columna para el diario Folha de Sao Paulo.
Amorim no hizo referencia directa al caso de la iraní Sakineh Mohammadi Ashtiani, acusada de adúltera y condenada a muerte, por quien el Gobierno brasileño abogó para que fuera perdonada y asilada en el país suramericano.
El viernes, en una conferencia en la Universidad de Sao Paulo (USP), antes de reunirse con el canciller neozelandés, Murray McCully, Amorim reiteró que Brasil ofreció «oficialmente» el asilo a la mujer de 43 años, diferente de la versión del embajador iraní, Mohsen Shaterzadeh, quien negó el carácter oficial del ofrecimiento.
«Preferimos dar ejemplo y, al mismo tiempo, actuar por la vía del diálogo franco, en general, más eficaz. En el caso de Brasil, esa capacidad de actuar con discreción no es oriunda de algún talento excepcional. Es la expresión en nuestras relaciones con otros Estados soberanos, de nuestra naturaleza conciliadora», apuntó.
El ministro de Relaciones Exteriores respondió así a las críticas por la supuesta «indiferencia» o «convivencia» de la diplomacia brasileña ante los países acusados de violar los derechos humanos.
«Brasil desea para todos los demás países lo que desea para él: La democracia plena y el respeto a los derechos humanos, cuya consolidación y perfeccionamiento han sido una de las preocupaciones centrales del Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva», comentó.
Según Amorim, Brasil considera que «las reprimendas o condenaciones públicas a otros Estados no son el mejor camino para obtener ese resultado. La verdad, escoger la intimidación en detrimento de la persuasión es casi siempre ineficaz, cuando no es también contraproducente».
La discusión y la revisión de los casos en el seno de las Naciones Unidas y el «acompañamiento cuidadoso, no movido por prejuicios» fueron las propuestas de la agenda brasileña del derecho humanitario internacional apuntadas en el artículo de Amorim.
«Brasil no es indiferente al sufrimiento de aquellos que defienden la libertad de expresión o de culto, de los que luchan por la democracia, de los que se sublevan contra las discriminaciones de toda naturaleza», subrayó.