La favela Cidade de Deus (Ciudad de Dios) recibió ayer a su visitante más ilustre, el presidente estadounidense, Barack Obama, con lo cual esta inmensa barriada, que hasta hace dos años era fortín de narcotraficantes
La favela Cidade de Deus (Ciudad de Dios) recibió ayer a su visitante más ilustre, el presidente estadounidense, Barack Obama, con lo cual esta inmensa barriada, que hasta hace dos años era fortín de narcotraficantes, entra en el circuito de turismo exótico de Río de Janeiro.
Cidade de Deus comenzó a poblarse en 1960 y cuenta con un amplio historial de violencia y narcotráfico que inspiró al director brasileño Fernando Meirelles para rodar en 2002 un filme que adoptó como título el nombre de esta barriada carioca.
La película de Meirelles dio a conocer esta favela en el mundo, pero sus habitantes esperan que la visita de Obama, que hoy asistió a una presentación cultural en un centro comunitario, les sirva para mejorar en algo sus precarias condiciones de vida, más allá de los retoques ocasionales por el paseo presidencial.
«Es una alegría porque la comunidad estará en los diarios por un motivo que no es la violencia, la criminalidad», dijo José Neves, presidente de una asociación vecinal.
Este populoso sector, una extensa planicie habitada por cerca de 40.000 personas en el extrarradio de Río de Janeiro, fue tomado en 2009 por la policía, que expulsó a los narcotraficantes que durante décadas impusieron su ley en la favela.
Cidade de Deus reproduce el paisaje urbano de cualquier favela de la ciudad, con basura acumulada en calles enmarañadas por el cableado eléctrico y pequeños bares que sirven de punto de diversión para sus vecinos.
Todo ello la convirtió en lugar de obligada visita para los turistas más arriesgados, que incluso contratan paquetes de viaje que incluyen paseos por esa y otras favelas.
Para la visita de ayer, la alcaldía se esmeró en mejorar el estado de algunas calles y recoger las basuras, pero hubo quien no ocultó su malestar por el aparatoso esquema de seguridad que prácticamente sitió parte de la barriada, apostó francotiradores en los tejados de humildes viviendas y restringió la libre circulación de los vecinos.
Obama, sin embargo, no es el primer presidente de Estados Unidos en aventurarse por una zona marginal de Río.
En 1997, el entonces presidente de EEUU, Bill Clinton, conoció un proyecto de asistencia social patrocinado por empresas de su país en la favela de Mangueira, donde se dio un baño de masas en compañía del astro del fútbol brasileño «Pelé».
En aquella ocasión, unos 2.000 policías entre agentes federales de Brasil y Estados Unidos velaron por la seguridad de Clinton, que se ganó el cariño de la gente al enfundarse la camiseta de la Estación Primera de Mangueira, la tradicional escuela de samba que tiene su origen en esta barriada.
Las favelas de Río de Janeiro, conocidas por su peligrosidad, también alcanzaron fama en 1996 cuando Michael Jackson eligió la de Dona Marta, enclavada en un cerro del barrio de Botafogo, para grabar el videoclip «They don’t care about us».
El «rey del pop» abandonó Brasil entre fuertes críticas, después de trascender que pagó dinero a los narcotraficantes del sector con el fin de garantizar su seguridad, pero desde entonces muchos turistas se aventuran a conocer Dona Marta y el lugar donde estuvo Jackson.
Convertida desde entonces en referencia del universo pop, Dona Marta también recibió en 2009 la visita de Madonna, que subió a la favela rodeada de un séquito de guardaespaldas y en medio de estrictas medidas de seguridad.
La artista aprovechó su paseo para asistir a una presentación de samba y danza contemporánea de los vecinos.
En esa misma barriada carioca estuvo el pasado año la cantante estadounidense Alicia Keys para rodar, bajo la atenta mirada de los curiosos, parte del videoclip «Put it in a love song», que protagonizó junto a su colega Beyoncé Knowles.
En diciembre pasado, días después de que el ejército y la policía expulsaran de varias favelas del llamado Complexo do Alemao a bandas de narcotraficantes, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge, también se atrevió a adentrarse en la barriada de Pavao Pavaozinho.
En el marco de una visita para supervisar los proyectos de cara a los Juegos Olímpicos de 2016, Rogge paseó por una zona «pacificada» a través un programa que combina la vigilancia policial con las acciones sociales y que las autoridades quieren extender a las centenares de favelas que pueblan las colinas de Río de Janeiro.