El Gobierno atribuye estas acusaciones a "elementos contrarrevolucionarios que, de manera inescrupulosa, fabricaron la mentira de que el deceso fue consecuencia de una supuesta golpiza
El Gobierno de Cuba ha asegurado que el disidente Juan Wilfredo Soto murió por «causas naturales», rechazando así las acusaciones de la oposición, que apunta a que falleció por los golpes que le propinaron varios policías durante su estancia en una comisaría de Santa Clara.
Según el comunicado divulgado por la televisión cubana, Soto ingresó el pasado 6 de mayo en el hospital provincial Arnaldo Milián Castro con un «intenso dolor abdominal», diagnosticado como una «pancreatitis aguda», que se le complicó por la existencia de otras enfermedades crónicas.
El régimen respalda esta versión con el informe de la autopsia, según el cual la causa de la muerte fue «un shock multifactorial por fallo multiorgánico, debido a una pancreatitis» y «no se observaron signos de violencia internos o externos» en el cuerpo del disidente.
En este sentido, las autoridades cubanas aclaran que durante las tres horas que Soto permaneció detenido en la unidad policial –«por alteración del orden»– no hubo «incidencia alguna», al tiempo que subrayan que el dolor abdominal surgió un día después de ser liberado.
En este contexto, el Gobierno atribuye estas acusaciones a «elementos contrarrevolucionarios que, de manera inescrupulosa, fabricaron la mentira de que el deceso fue consecuencia de una supuesta golpiza que le habían propinado agentes del orden interior».
Además, advierte de que se trata de «una nueva campaña difamatoria» para desviar la atención del apoyo popular que han recibido las reformas políticas y económicas emanadas del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrado el mes pasado.
«Los enemigos externos e internos intentan desvirtuar la realidad cubana y socavar el prestigio internacional de la revolución y su fortaleza moral», reza la nota, recogida por el diario oficial ‘Cubadebate’.
En última instancia, acusa a los países occidentales de dar cobertura a esta «mentira». Así, asegura que «fue rápidamente amplificada por los medios de la desinformación imperial, fundamentalmente de Europa y Estados Unidos».
