Protestan contra la construcción de una carretera en plena selva financiada por Brasil
La Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB) ha decidido reanudar la marcha que el domingo 25 de septiembre fue interrumpida a palo limpio por la policía.
Ahora, acusando al presidente Evo Morales de «genocida», han partido desde Quiquibey, un poblado a orillas del río del mismo nombre que surca un territorio comunitario de origen de la etnia mosetén, a 300 kilómetros al noroeste de La Paz.
Los indígenas pretenden frenar la construcción de una carretera que atraviesa el corazón de una reserva natural en la Amazonía.
La marcha, que se reanudó el sábado 1 de octubre de 2011, ha llegado al campamento de Marimonos, cerca a Palos Blancos. El presidente de la CIDOB, Adolfo Chávez, ha dicho que en esta población celebrarán la fundación de la confederación, el 3 octubre de 1982.
Ha informado de que entre Quiquibey y antes de llegar a Marimonos, algunos seguidores del partido MAS, de Evo Morales, intentaron hostigarlos, pero no respondieron a los ataques.
En medio del enrarecido clima social registrado en los últimos días, Morales, quien inicialmente pidió perdón por el uso excesivo de la fuerza para disolver la marcha, decidió contraatacar y denunció que el objetivo de la reanudación de las marchas es boicotear unas elecciones judiciales:
«La marcha está orientada a hacer fracasar las elecciones del 16 de octubre«, destinadas a elegir a vocales de cuatro tribunales: Corte Suprema, tribunales Constitucional y Agroambiental además del Consejo de la Judicatura.
«¡Cómo inventan problemas para perjudicar la elección!»
«Si este es el plan de la marcha, que sigan marchando; pero nosotros también seguiremos marchando para garantizar nuestras elecciones».
LOS INDÍGENAS
Aunque relativamente pocos en número frente a las etnias aymaras y quechuas del occidente andino que respaldan masivamente a Morales, los amazónicos que iniciaron la marcha el 15 de agosto desde la ciudad oriental de Trinidad son respaldados por sectores que cuestionan el discurso ecologista del Gobierno.
El sector movilizado rechaza la construcción de una carretera que atravesaría el Territorio Indígena y Parque Nacional Isidoro Sécure (TIPNIS) en el centro de Bolivia.
Morales intentó nueve veces dialogar con los marchistas enviando a más de una decena de sus ministros en diferentes regiones a lo largo del trayecto, que de llegar a La Paz completaría un recorrido de 602 kilómetros. Sin embargo, ningún intento logró frenar la marcha.
Los días pasaron y, con la imposibilidad de entablar un diálogo, la intervención policial de la protesta el domingo en la región de Yucumo – unos 300 kilómetros al norte de La Paz – generó la molestia de diferentes sectores, que con movilizaciones callejeras pidieron que Morales dejara que la marcha prosiguiera.
El presidente izquierdista declaró no haber dado la orden para que la protesta fuera reprimida violentamente, pidió disculpas y anunció la suspensión temporal del proyecto.
En una concentración con productores de coca del departamento de Cochabamba el sábado, Morales – antiguo líder de los cocaleros – ratificó que no construirá la carretera mientras no se realice una consulta a las regiones indígenas afectadas, tal como establece la Constitución boliviana.
‘Continuaremos la marcha rumbo a La Paz, pero que sepa el Gobierno que las heridas que ha dejado esta intervención policial todavía están abiertas’, dijo el dirigente indígena Rafael Quispe.
Morales, de la etnia aymara del occidente andino y quien lleva más de un año y medio de su segundo mandato quinquenal, se había enfrentado a la dura oposición de sectores conservadores pero no de los pueblos ‘originarios’ a los que dice representar.
Tras la intervención policial a los indígenas, el Gobierno izquierdista atravesó por una crisis interna que provocó la renuncia de dos ministros del gabinete político.