Hay un trozo del Muro de Berlín en el centro de la capital surcoreana. Una sección de concreto hecha de tres bloques se yergue frente a uno de sus museos, como parte de una exposición que compara la Corea dividida con la Alemania dividida.
Niños de escuela la observan con atención. Tocan el áspero concreto y se toman «selfies» frente al pedazo de muro. Como es de esperar, están encantados.
«Si la reunificación se logró en Alemania, ¿por qué no en Corea?», es la pregunta que muchos se hacen.
Aunque según la constitución de Corea del Sur, las cinco provincias de Corea del Norte siguen siendo parte de una Corea unida, que existió por última vez hace 70 años y Seúl todavía pretende administrarlas.
Digo pretende porque en Seúl hay todo un edificio lleno de empleados públicos que técnicamente supervisan a Corea del Norte.
Hay departamentos para cada una de las provincias, pero no pueden administrarlas porque estas provincias quedan en Corea del Norte.
En el camino también está el pequeño tema de la mal llamada «zona desmilitarizada», la versión coreana del Muro de Berlín.
Visité el ministerio el otro día y puedo decir que los administradores sudcoreanos de Corea del Norte no parecen tener mucha carga laboral.
Parecía haber mucha actividad de compras online en algunas de las pantallas de computadores. Y, ¿qué culpa tienen?
El colapso inminente del régimen en Pyongyang está vaticinado desde 1990. Pero hoy en día no parece estar más cerca que antes.
El ministerio en la sombra es un edificio lúgubre con 44 empleados que se preparan para algo que no parece muy probable. Los corredores son largos, vacíos y callados.
Conocí a uno de los líderes putativos de Corea del Norte quien me dijo que uno de sus papeles principales es mantener la cultura norcoreana viva hasta el día que llegue la gran reunificación.
Eso significa la organización de bailes y exposiciones folclóricas en el sur.
«Buzón de la añoranza»
Camino al trabajo, estos administradores en teoría de Corea del Norte pasan por un buzón de color azul claro, a la entrada, en el que está escrito: «Buzón de la añoranza».
Es para uso de personas del norte que viven en el sur y que quieran enviar cartas a casa.
Solo que estas cartas nunca llegarán porque no hay servicio postal entre los dos países. El buzón es un gesto, me dijo el administrador.
Lo mismo parece ser el ministerio, desde mi perspectiva. Hubo una época, en los años 50 y 60, cuando el departamento era visto como un verdadero gobierno en el exilio, listo a asumir funciones.
Hoy en día, no es así. Los burócratas allí no se imagina que pronto estarán sentados en escritorios similares en Pyongyang, gobernando el lugar en vez de Kim Jong-un.
La conversación en el sur, por estos días, no es tanto sobre la inminencia de la caída del norte sino más sobre las consecuencias que habrá si alguna vez sucede.
La exposición en Seúl, con un pedazo del Muro de Berlín, deja en claro lo diferente que son las situación de Corea y Alemania.
Hay gráficas que muestran como, aún en los últimos años de la Alemania dividida, seis millones de personas fueron reunificadas con sus familiares al otro lado del muro.
En Corea, en los últimos 14 años, el número ha sido menos de 2.000. La gente en Corea del Norte virtualmente no tiene contacto alguno con el exterior.
Toda Alemania Oriental, con la excepción de las zonas más orientales alrededor de Dresde, podía ver televisión de Alemania Occidental todas las noches. Podían ver el mundo exterior. Los norcoreanos no pueden hacerlo.
Impacto económico
Los ingresos en Corea del Sur son entre 10 a 20 veces mayores de los de Corea del Norte, una brecha mucho más grande que entre las dos Alemanias.
Eso significa que se la reunificación sucede, el impacto económico sería muchísimo más severo.
Como están las cosas, los norcoreanos que desertan encuentran que sus habilidades no son suficientes para trabajar en Corea del Sur.
Los doctores que desertan del norte frecuentemente no aprueban los exámenes médicos estándar del sur.
Todo esto indica que todo el esfuerzo y dinero que se requirió para la reunificación de Alemania se vería pequeña en comparación.
Pero los burócratas del ministerio en sombras en Seúl tienen bastante tiempo para considerar el tema.
Kim Jong-un parece no temer la llegada inminente de alguien que le quite su trabajo en Pyongyang.
Mientras tanto, hay mucho que hacer, como un poco de compras online y organizar bailes folclóricos.