El Gobierno de Kim Jong-un ha aumentado la represión contra quienes usan teléfonos móviles para comunicarse con sus seres queridos en el extranjero, que se arriesgan a ser recluidos en campos de concentración, en un intento para mantener el hermetismo del régimen, según sostiene Amnistía Internacional en un informe publicado este miércoles 9 de marzo de 2016.
«La frontera digital es el último frente de batalla del Gobierno norcoreano», ha denunciado la ONG. «La intensificación de los controles, la represión y la intimidación a la población desde que Kim Jong-un llegó al poder, en 2011, ha aumentado», añade.
«Las autoridades norcoreanas están atacando a quienes utilizan teléfonos móviles para contactar con su familia en el extranjero», ha dicho Arnold Fang, investigador sobre Asia Oriental de Amnistía Internacional.
El líder norcoreano «justifica esa represión como una medida necesaria para detener lo que llama ‘el virus del capitalismo'», pero se trata en realidad de un nuevo esfuerzo por «aislar a la ciudadanía y ocultar la atroz situación de los Derechos Humanos».
«No hay nada que pueda justificar el encarcelamiento de personas por tratar de satisfacer una necesidad humana fundamental: el contacto con su familia y sus amistades», ha recalcado la ONG. «Es indignante», ha remachado Fang.
Bloqueadas las llamadas internacionales
En Corea del Norte las únicas comunicaciones permitidas para la inmensa mayoría de la población son las que se hacen a través del servicio telefónico nacional, que tiene bloqueadas las llamadas internacionales.
Solo un puñado de privilegiados -extranjeros y «ciudadanos seleccionados- tiene acceso a Internet. «Algunos norcoreanos pueden acceder a una red informática cerrada, que únicamente proporciona conexión a correo electrónico y sitios web nacionales», ha explicado AI.
Esta situación impide que aquellos que logran huir de Corea del Norte contacten con sus familiares, «lo que deja a las dos partes con la incertidumbre de si sus seres queridos están vivos o muertos, están siendo investigados o encarcelados».
«Muchas personas se están aprovechando de la floreciente economía privada informal norcoreana, en la que los comerciantes introducen de contrabando, especialmente desde la vecina China, comida, ropa y otros productos», ha indiciado la organización humanitaria.
Así, «existe un creciente comercio ilegal de teléfonos móviles, llamados comúnmente ‘teléfonos móviles chinos’, independientemente de su marca, que permiten a los norcoreanos que viven cerca de la frontera acceder a redes móviles chinas y comunicarse con el extranjero».