Los dos principales hospitales de la zona rebelde de Alepo fueron alcanzados el miércoles por una serie de bombardeos, en lo que fue definido por la ONU como un «crimen de guerra». De acuerdo con activistas, el ataque forma parte de una estrategia deliberada del régimen sirio de Bashar al Assad y su aliado ruso para forzar la huida de los civiles.
En efecto, las Fuerzas Aéreas siria y rusa desarrollan desde hace una semana una intensa campaña de bombardeos de los barrios en manos de los insurgentes en el este de Alepo, la segunda cuidad del país, destruyendo edificios residenciales.
La violencia de los bombardeos llevó al papa Francisco a lanzar «un llamado a la conciencia de los responsables de los bombardeos, que tendrán que rendirle cuentas a Dios».
Por su parte, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, calificó los ataques contra los hospitales como «crímenes de guerra». «Seamos claros. Aquellos que utilizan cada vez armas más destructivas saben exactamente lo que están haciendo. Saben que están cometiendo crímenes de guerra», dijo Ban al Consejo de Seguridad.
«Imaginen la destrucción. Personas con los miembros arrancados. Niños sufriendo un terrible dolor sin ningún alivio», afirmó. «Imaginen un matadero. Esto es peor», dijo el alto funcionario.
«Hay que actuar y exigir que (los responsables) rindan cuentas», agregó Ban al dirigirse a los embajadores de los 15 miembros del Consejo de Seguridad, reunidos en un debate general sobre la ayuda médica a los civiles en conflicto.
Los ataques se produjeron el miércoles hacia la 01:00 (hora GMT), contra los dos hospitales más importantes del este de Alepo que han quedado fuera de servicio. Uno a causa de un ataque aéreo y otro por un tiro de artillería, según la Syrian American Medical Society (SAMS), una ONG médica con sede en Estados Unidos.
Un generador de uno de los dos hospitales quedó completamente destruido. Tres empleados resultaron heridos en el segundo hospital, incluyendo un conductor de ambulancia, una enfermera y un contable, informó el hospital.
«Ya sólo quedan seis hospitales activos, ahora que estos dos establecimientos están fuera de servicio», indicó Adham Sahlul de la ONG SAMS. Ambos hospitales tienen unidades de urgencias y de tratamiento de traumatismos y ya habían sido bombardeados, según Sahlul, que calificó los bombardeos de «deliberados».
Más de 165 personas, en su mayoría civiles, murieron en los bombardeos que se vienen llevando adelante desde el jueves 22 de septiembre, cuando se rompió la frágil tregua acordada por el ruso Lavrov y su par norteamericano, John Kerry, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
«Si hay una nueva ofensiva, eso significará la muerte para centenares de personas», advirtió Sahloul. «La gente herida y los enfermos en un estado grave deben ser evacuados del sector este de Alepo», declaró la ONG Médicos sin Fronteras.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) exhortó a «establecer inmediatamente corredores humanitarios para evacuar a los enfermos heridos».
El jueves pasado, al iniciar la ofensiva, la Fuerza Aérea siria había llamado a los habitantes del este de Alepo de dirigirse a las zonas controladas por el gobierno. La mayoría de los habitantes en zona rebelde temen ser detenidos si van al oeste de la ciudad.
El miércoles, seis civiles murieron en un bombardeo de artillería del régimen cerca de una panadería, según socorristas. «En el barrio de Maadi cayeron obuses de artillería al alba. Ví seis cadáveres», afirmó a la AFP un socorrista. «Una ambulancia intentó retirarlos pero cuando intervino cayó un obus e hirió a socorristas», precisó la fuente.
El barrio de Maadi, uno de los más afectados, es blanco de la artillería gubernamental ubicada en la ciudadela de la Ciuda Vieja. Allí se registran violentos combates desde la mañana del martes, según el OSDG.
El jefe de la organización Cascos Blancos Sirios (la defensa civil del territorio rebelde) advirtió en una entrevista a la AFP que el este de Alepo no «aguantará más de un mes» debido a la destrucción de los servicios municipales.