Su destino era ser usadas por los grupos rebeldes que se enfrentan en Siria al gobierno del presidente Bashar al Asad.
Sin embargo, armas enviadas por Estados Unidos y sus aliados a esa parte del mundo han terminado en manos del autodenominado Estado Islámico (EI).
Las municiones tienen marcas que permiten identificar de dónde proceden.
James Bevan y su pequeño equipo de trabajo entran con mucho cuidado en una vivienda en Qaraqosh, cerca de Mosul (Irak).
Un largo rastro de sangre en la entrada y unos cinturones con explosivos de lo que usan los atacantes suicidas, casi listos para ser detonados, hallados un poco más allá dentro de la casa, les confirman lo que habían escuchado de unos milicianos de la localidad: ese lugar había sido usado por yihadistas de EI.
Bevan y su equipo pertenecen al grupo Investigación de Conflictos Armados (CAR, por sus siglas en inglés).
Los investigadores solo llevan consigo libretas y cámaras en su búsqueda de evidencias.
Hay sábanas, ropa y otros objetos regados por todo el lugar, dando testimonio de que alguna vez una familia habitó el lugar.
Las fuerzas iraquíes han hallado enormes depósitos de armas en las localidades arrebatadas a EI.
En el cuarto trasero, los investigadores hallan lo que estaban buscando: cajas vacías de municiones.
En voz alta van comentando los detalles de lo que encuentran allí, mientras toman apuntes y hacen fotografías.
Su objetivo es entender cómo las armas llegan a las manos equivocadas.
«Hasta ahora, la comunidad internacional no ha prestado atención al hecho de que las armas están siendo desviadas hacia áreas afectadas por el conflicto», explica Bevan.
El equipo trabaja justo detrás de la línea del frente de guerra, en áreas recientemente arrebatadas a EI.
Las municiones pueden ser examinadas en busca de marcas, pero las cajas vacías son lo más útil porque tienen números de seriales y números de lote.
Esta información será cargada en una base de datos que los investigadores usan para rastrear cómo ese material hizo el recorrido desde la fábrica donde fue producido hasta el corazón de una zona de conflicto.
La receta para preparar una bomba
Qaraqosh parece haber sufrido una devastación casi apocalíptica, con edificios hechos añicos, cráteres en las calles y el campanario de la iglesia derribado.
Estado Islámico ha encontrado la forma de hacerse con las armas que estaban destinadas a los rebeldes que combaten al gobierno de Bashar al Asad.
En esta localidad mayormente habitada por cristianos, las calles son escalofriantemente silenciosas.
Todos sus habitantes huyeron cuando llegó EI, cuyos milicianos apenas fueron desalojados a finales del mes pasado como parte de la ofensiva para recuperar Mosul que encabeza el gobierno iraquí.
Durante el día, una milicia local cristiana patrulla la localidad, pero se dice que a veces los milicianos de EI regresan por las noches.
Cuando visitamos una iglesia, tres ex fieles llegan para una breve visita. Ellos recuerdan el momento exacto en que tuvieron su último servicio dentro del edificio: el 6 de agosto de 2014 a las 4 de la tarde.
Después, ellos huyeron a Erbil y ahora han vuelto brevemente para ver lo que queda de la ciudad.
Las imágenes alrededor del altar han sido destrozadas y el edificio ha sido saqueado.
Dentro del templo, el equipo del CAR halló evidencia de que el lugar también ha sido usado por EI como una fábrica de armas.
Las partes de los cohetes están regadas por el suelo y, tirada junto a un cuenco con químicos, hay una «receta» manuscrita que explica cómo mezclar los explosivos.
EI intentó fabricar armamento a gran escala en las áreas que controlaba y estableció talleres para construir morteros caseros, pero también hay evidencia de que tuvieron materiales recibidos del extranjero.
Compras masivas
Alrededor de los bancos de la iglesia hay sacos con químicos industriales. El equipo de CAR los ha visto antes. Sólo se comercializan para el mercado interno de Turquía, pese a los cual grandes cantidades llegaron a manos de EI.
El armamento cruza desde Turquía hacia Siria.
«Cuando vemos las armas artesanales y los explosivos caseros, sabemos que ellos compran en grandes cantidades y esas adquisiciones las hacen principalmente en el mercado turco», dice Bevan.
«Sus redes de abastecimiento llegan al sur de Turquía y ellos obviamente tienen relaciones muy fuertes con distribuidores muy grandes», agregó.
En algunos casos, el CAR ha recuperado evidencia de la adquisición de hasta 5.000 sacos que tienen el mismo número de lote.
«Alguien ha ido hasta allá y ha comprado la mitad del inventario de una fábrica», afirma Bevan.
EI no ha tenido problemas para armarse y, por lo que se desprende de la investigación del CAR, esto en parte se debe a las armas que han sido enviadas a la zona de conflicto por quienes participan en él.
La ruta turca
El comercio de armas es un sector turbio, pero el equipo de Bevan ha logrado encontrar evidencias sobre el origen de las municiones de EI.
Bevan y el equipo de CAR rastrean las municiones desde el campo de batalla hasta su fábrica de origen.
Durante las primeras fases del conflicto, la mayor parte de estas habían sido arrebatadas en el campo de batalla a las fuerzas iraquíes y sirias.
Pero, desde finales de 2015, el equipo empezó a hallar otra fuente significativa de aprovisionamiento.
Empezaron a aparecer cajas de municiones cuyo origen podía ser rastreado hasta fábricas en Europa del Este.
El equipo contactó a los gobiernos de los países donde habían sido fabricadas para solicitar información acerca de quién había sido el comprador del material.
Entonces, hallaron que las municiones habían sido vendidas legalmente a los gobiernos de Estados Unidos y de Arabia Saudita.
El material fue enviado a través de Turquía, siendo su destino final el norte de Siria y los grupos de oposición, respaldados por Washington y Riad, que luchan contra el gobierno de Asad.
Nunca hubo la intención de que las municiones cayeran en manos de EI, pero en algún punto a lo largo de su recorrido fueron desviadas.
Las fuerzas iraquíes recuperaron gran cantidad de municiones en Faluya.
Esta munición fue hallada en Tikrit, Ramadi, Faluya y, ahora, en Mosul. En todos esos sitios, ha sido usada para combatir a las fuerzas iraquíes respaldadas por Estados Unidos.
La velocidad con la que EI conseguía este material era sorprendente: a veces tan solo dos meses después de salir de la fábrica.
«Si tú provees armas y municiones no sólo a actores no estatales sino a actores no estatales en una conflicto entrelazado muy complejo, entonces el riesgo de desvío es muy, muy alto», dice Bevan.
Hallando la raíz del flujo
Es probable que el caso más parecido a los problemas de envío y desvío encubierto de armamento ocurrió cuando Estados Unidos y otros países apoyaban a los muyahidines que combatían a la Unión Soviética en Afganistán en la década de 1980.
En ese caso, las armas eran enviadas a ciertos grupos aprobados por la CIA, pero eran canalizadas a través del Servicio de Inteligencia de Pakistán y en ocasiones terminaban en manos de otros grupos que luchaban contra los soviéticos pero que tenían agendas más extremas, como la gente de Osama bin Laden.
Estados Unidos armó a los muyahidines que combatían a los soviéticos en Afganistán.
La situación actual es incluso más compleja y confusa que en Afganistán, al existir dos conflictos que se solapan en Irak y Siria, así como un número mayor de países que respaldan a grupos que combaten sobre el terreno.
Bevan cree que establecer la ruta de las armas es el primer paso para evitar su desvío.
«Somos capaces de llegar hasta el fabricante y decirle: estas son tus armas y sabemos que las transferiste legalmente, pero quien recibió tu cargamento en el extranjero las transfirió acá sin autorización, así que tienes un problema y ahora sabes que necesitas hacer algo al respecto», apunta.
La evidencia de la destrucción causada por las armas está por todas partes en Irak y en Siria.
Intentar restringir el flujo no será fácil, mientras estados foráneos estén apoyando a sus propios grupos locales en el terreno.
Mientras tanto, en el caos de este conflicto no hay garantías de quién terminará controlando las armas que llegan a la zona ni cómo las usará.