Caza de brujas en la prensa

Caza de brujas en la prensa

(Máximo esperanza / Periodista Latino).- En una campaña sin precedentes en décadas contra la prensa, The New York Times -el ícono de la prensa liberal de Estados Unidos– resintió el fuego cruzado de la administración Bush, de republicanos y de los conservadores por revelar el programa secreto que le permite al gobierno estadunidense acceso a bancos de datos globales de transacciones financieras personales.

En un completo artículo publicado por Milenio queda reflejada la repercusión que ha tenido en la prensa estadounidense el enfado de la Casa Blanca tras las filtraciones de información relacionada con la lucha antiterrorista que lleva a acabo la administración de George Bush. Para su interés esta es la publicación de Milenio:

«Aunque la información fue divulgada también por The Wa- shington Post, The Wall Street Journal y Los Ángeles Times, el ala conservadora singularizó al NYT, en lo que fue visto como una represalia por la decisión del diario de revelar en diciembre la noticia sobre el programa de espionaje doméstico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).

Bill Keller, el editor del diario neoyorquino, reconoció que los críticos de los liberales aún están molestos por la osadía del Times de dar a conocer los programas de la administración Bush en la guerra contra el terrorismo, alimentando así la visión de que se trata de un medio informativo antipatriótico.

“La prensa libre tiene un papel central en la Constitución, porque puede proveer información que el público necesita para corregir la situación. Aún si corre el riesgo de ser etiquetada como antipatriótica en el proceso”, señaló el diario ayer en su principal editorial titulado “El Patriotismo y la Prensa”.

No es la primera vez que el NYT es centro de una ofensiva del gobierno. Además del incidente de diciembre, el Times fue junto a The Washington Post el foco de una guerra por la divulgación de los célebres Papeles del Pentágono en la década de los setenta. Y durante la administración del presidente John F. Ke-nnedy decidió -por presiones– no publicar la primicia de la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, de lo que después se arrepintió.

Pero la intensidad, frecuencia y duración de la andanada de críticas contra el NYT es inédita.

El presidente George W. Bush consideró una “desgracia” la acción del Times. “Estamos en guerra contra un grupo de gente que quiere hacer daño a Estados Unidos. Y que la gente filtre el programa a un periódico para que lo publique, le hace gran daño a EU”.

Más directo, el vicepresidente Dick Cheney acusó al NYT de ayudar al enemigo. “Algunos en la prensa, en especial The New York Times, ha hecho más difícil el trabajo de defendernos contra más ataques terroristas insistiendo en publicar información detallada de nuestros programas vitales de seguridad nacional”.

Fue singular que ni los demócratas salieran en defensa del diario. No obstante grupos liberales se mostraron escépticos de la supuesta molestia de los conservadores señalando que era de esperarse que los terroristas asumieran que sus transacciones financieras estaban siendo monitoreadas.

Legisladores republicanos pidieron al llamado “zar de Inteligencia” John Negroponte evaluar el daño que la “indiscreción” del rotativo provocó en la seguridad nacional. Un haz de conservadores recalcitrantes pidieron incluso que se cancelara las credenciales de prensa de los reporteros del Times ante el gobierno federal.

Para periodistas veteranos en Washington fue notable que el ardor patriótico se concentrara contra un medio informativo liberal y no contra los funcionarios de alto nivel que filtraron la información.

De acuerdo con recuentos preliminares, The New York Times tenía la información desde mayo pasado y fue intensamente cabildeada por el entonces secretario del Tesoro, John Snow, y por el propio Negroponte para no publicar la existencia del programa de espionaje de transacciones bancarias.

A la campaña de la administración Bush se sumaron, de acuerdo con The Washington Post, los presidentes de la comisión del 11-Seguridad, Tom Kean y Lee Hamilton y hasta demócratas como John Murtha que se oponen a la guerra en Irak.

Pero Keller decidió publicarla, aún cuando no había indicios que el programa era ilegal, bajo el argumento de que la función natural de un periódico es publicar información».

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