Un espectáculo llamado Mercosur

Un espectáculo llamado Mercosur

Felipe Valdés (Periodista Latino).- La Cumbre del Mercosur que se desarrolla en Córdoba, Argentina, es la noticia principal de la mayoría de los medios latinoamericanos. La figura de Fidel Castro y el estreno de Venezuela acapara las miradas de los medios. Sin embargo, La Nación publica este viernes un editorial que habla de los temas de fondo de esta organización, debilitada, y desprestigiada, a extremos insospechados.

Otro artículo también publicado por La Nación hacer una irónica referencia a un golpe en la cabeza que sufrido el presidente argentino Néstor Kirchner.

Bajo un sobrio titular La cumbre del MERCOSUR, el conservador rotativo argentino deja de lado espectáculo mediático de la reunión para centrarse en las falencias que dominan el foro.

Asegura que con el ingreso de Venezuela, el Mercosur parece haber adquirido un perfil mucho más político que el económico-comercial tradicional. Recuerda que Hugo Chávez insiste, desde la cumbre de Québec de 2001:

«En modificar los conceptos tradicionales de la democracia representativa, e impulsa la noción de democracia participativa, cuyo contenido es -cuando menos- peligrosamente difuso».

El editorial concluye con los desafíos que los países miembros no deberían perder de vista a la hora de concretar cuestiones que realmente sirvan a los ciudadanos.

Para su internes, este es el editorial:

Editorial I

La cumbre del Mercosur

Una nueva cumbre de presidentes del Mercosur, la primera desde el ingreso de Venezuela en el bloque regional, comenzó ayer en la ciudad de Córdoba.

El Mercosur todavía tiene que superar fallas graves en el plano institucional, avanzar hacia un proceso de mayor integración, derribando barreras comerciales y arancelarias aún existentes, y asumir el compromiso de que se respeten los mecanismos de solución de controversias entre sus miembros.

Esto último ha quedado en evidencia frente al conflicto entre la Argentina y Uruguay por la construcción de las plantas de fabricación de pastas celulósica en Fray Bentos, sobre el río Uruguay.

El bloque regional no ha sido tampoco capaz de encontrar soluciones adecuadas para moderar la relación asimétrica que separa a sus socios pequeños de los mayores.

Ni de diseñar un esquema tarifario común, que supere el plano de las estrategias defensivas y estimule el aumento de productividad y la competitividad de sus estados miembros. Esto ha empujado a que algunos de ellos procuren abiertamente acuerdos comerciales bilaterales fuera de la región, en particular con los Estados Unidos.

Con el ingreso de Venezuela, el Mercosur parece haber adquirido un perfil mucho más político que el económico-comercial tradicional, que lo había caracterizado desde 1991.

Además, de pronto su agenda se ha poblado de nuevos proyectos, como las iniciativas relacionadas con el Bono del Sur, la creación de un Banco Regional o el Observatorio Democrático y de Derechos Humanos.

Todo esto como si en la región no existieran ya instituciones financieras o encargadas de la cuestión de los derechos humanos, que pudieran ser perfeccionadas y utilizadas con mayor eficiencia.

La llegada de Venezuela, por las controvertidas características de su actual administración, genera preocupación desde el momento en que puede influir en forma negativa en el compromiso de los estados miembros con los principios contenidos en la Carta Democrática Interamericana, y con la defensa de las libertades civiles y políticas.

El gobierno de Hugo Chávez insiste, desde la cumbre de Québec de 2001, en modificar los conceptos tradicionales de la democracia representativa, e impulsa la noción de democracia participativa, cuyo contenido es -cuando menos- peligrosamente difuso.

La democracia, hasta ahora, ha formado parte esencial de los valores del sistema regional. La peculiar óptica venezolana puede debilitarla, llenándola de una retórica extrema y radical, que hasta ahora el hemisferio no ha suscripto.

La ascendencia de Chávez sobre la región, y en particular sobre el gobierno de Néstor Kirchner, ha quedado evidenciada con el compromiso de la Argentina de respaldar las aspiraciones venezolanas de formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que debe tomar decisiones clave en materia de política internacional.

Una posición a todas luces desacertada en virtud, entre otras cosas, de la carrera armamentista en la que parece estar embarcado el presidente de Venezuela.

En esta cumbre el bloque regional suscribirá un acuerdo comercial con Paquistán, que no es un socio comercial central para ninguno de sus miembros, y ampliará la lista de productos libres de arancel que contiene su acuerdo de complementación económica con Cuba.

Asimismo, se pondrán en marcha una serie de diálogos bilaterales, paralelamente con las deliberaciones de la agenda de la cumbre, entre los distintos presidentes. Los jefes del Estado de Bolivia y Chile, probablemente, podrían comenzar aquí a encarrilar la conversación sobre la delicada cuestión de la salida al mar del país del altiplano.

Por su lado, Brasil y Bolivia continuarían el diálogo iniciado hace dos semanas respecto del ajuste de los precios del abastecimiento de gas natural. La Argentina, por su parte, podría aprovechar la oportunidad para tratar de avanzar en resolver cuestiones pendientes con Chile y Uruguay, relacionadas con los compromisos de exportación de gas y con las diferencias respecto de la construcción de las plantas de fabricación de pasta celulósica, respectivamente.

Es de esperar que los jefes del Estado reunidos en Córdoba puedan darle al bloque regional el impulso que ha perdido, definan políticas para resolver las falencias institucionales que padece y avancen hacia una mayor integración económica, equilibrando las asimetrías entre sus integrantes.

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