Investigación periodística, sinónimo de sentencia de muerte, en México

Investigación periodística, sinónimo de sentencia de muerte, en México

Yésica Jiménez (Periodista Latino).- Con datos en mano, Nohemí Vargas Anaya, de Cambio de Michoacán denuncia las continuas desapariciones y agresiones que vienen sufriendo los periodistas mejicanos en el último año. La periodista recuerda el secuestro de Rafael Rivera Millán, del diario El Universal y de Antonio Ramos Tafolla, periodistas que investigaban sobre el crimen organizado.

La periodista, en su artículo, hace hincapié en el caso de Méjico:

«Tan sólo en el rubro de «agresiones» y «amenazas y señalamientos» se registran diez casos a nivel nacional, tres de ellos en Michoacán (Apatzingán, Lázaro Cárdenas y Morelia), dos en Tamaulipas y el resto, uno por estado, en San Salvador Atenco (Estado de México), Puebla, Chiapas, Oaxaca y Yucatán. Es decir, 30 por ciento de las amenazas, señalamientos y agresiones contra el ejercicio periodístico se dieron en nuestra entidad»

Así mismo, destaca dos casos de desaparición de los periodistas Rafael Rivera Millán, del diario El Universal y de Antonio Ramos Tafolla. El primero fue secuestrado el día 20 de abril de 2006 y el segundo, el 24 de mayo de 2006. La constatación de que ambos periodistas denunciaron públicamente estar siendo amenazados como represalia a sus investigaciones:
«Rafael Rivera Millán manifestó que los actos son una represalia del Sindicato Minero en conflicto por la cobertura que realizó del conflicto laboral del sindicato con las autoridades locales que dejó dos obreros muertos. El hecho fue boletinado en alerta por IFEX (Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión)»

Antonio Ramos fue secuestrado por narcotraficantes en Apatzingán, tras informar en un programa radiofónico sobre un enfrentamiento entre narcotraficantes y policías. Otros periodistas como Alejandro Benjamín Vivanco, del diario Provincia, fue agredido físicamente por el representante de la Secretaría de Seguridad Pública en Morelia, durante un acto oficial.

Nohemí Vargas carga contra los periodistas que no desempeñan su función, ni utilizan su capacidad crítica:

El gremio periodístico es temido y odiado por muchos. La mayoría de las dependencias y organizaciones optan por relacionarse con los periodistas bajo una estrategia ligera y cargada de diplomacia, pues se conoce de su poder; a nadie le agrada recibir un «periodicazo». A pesar de ello, las y los periodistas, en muchas ocasiones no han sabido adoptar un desempeño profesional; lo que llaman «periodismo crítico» suele ser un afán gratuito por denostar a partir de la ignorancia, aún cuando tuvieran frente a sus narices información digna de trabajarse bajo los esquemas del periodismo de investigación (lamentablemente, muy poco ejercido en el estado).

Ante ello, la extrema amabilidad que ofrecen las dependencias sólo alimenta la dinámica del llamado «boletín» y no entra en un ejercicio de verdadero interés por informar a l@s ciudadan@s, destinatari@s finales. Es urgente replantear el trato pasivo hacia los medios y obligarlos a entablar una relación madura en la que informen con profesionalismo, a través de un trato digno, que no intimide al funcionario.

Así mismo, la periodista hace un llamamiento para defendiendo la libertad de expresión y la necesidad de informar a cerca de las pesquisas del Gobierno para vivir en una sociedad segura:

A pesar de todo ello, es y seguirá siendo imperdonable el uso de la violencia y la amenaza contra l@s periodistas y cualquier otra persona. Habría qué preguntarnos qué tanta responsabilidad -directa o indirecta- tienen los gobiernos, en este caso el estatal, tener muy presente que el crimen organizado será factor decisivo para el aumento de las agresiones a periodistas pero, por sobre todas las cosas, si usted y yo queremos seguir leyendo noticias que se aproximen a la realidad, no dejemos pasar en silencio estos casos, porque no sólo se atenta contra la vida y la libertad de expresión de l@s periodistas, y contra nuestro derecho a la información, sino que -y esto es lo más grave- se activan los foquitos de alerta en la estabilidad y seguridad de la sociedad entera.

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