No lo dice un cantamañanas, sino una reputada voz dentro del campo de la psicología. Richard Nisbett, autor de Intelligence and how to get it (Inteligencia y cómo lograrla) y The Geography of Thought (La geografía del pensamiento) lo apoya con datos recogidos durante años de estudios como catedrático de Psicología en la Universidad de Michigan.
Para que no haya malentendidos, su frase exacta, en declaraciones a El Mundo, ha sido:
«Normalmente, hasta la tercera generación, los inmigrantes no tienen un coeficiente intelectual similar al de los autóctonos. El problema es particularmente grave en el caso de la segunda generación. Por ejemplo, los hijos de inmigrantes italianos en Estados Unidos tenían, a principios del siglo XX, un coeficiente intelectual medio un 15% inferior a la media.
Literalmente, los miembros de cada nueva oleada de inmigrantes siempre han sido considerados idiotas. A finales del siglo XIX en Estados Unidos los escoceses eran el blanco de las burlas. Luego llegaron los polacos y, con ellos, los chistes de polacos. Cuando los suecos se trasladaron a Minnesota los recibieron con el mote de los suecos bobos.»