En su programa "Alo Presidente", Chávez dijo que teme una agresión a su país a raíz de un acuerdo suscrito por EE.UU. y Colombia para el uso compartido de bases militares en la segunda de esas naciones
El protocolo de adhesión de Venezuela al Mercosur se convirtió ayer en la primera víctima de la «guerra» de la que alertó el presidente venezolano, Hugo Chávez, que sigue dando de que hablar por toda la región. El Senado brasileño postergó la votación definitiva sobre el ingreso de Venezuela al Mercosur prevista para mañana, debido al «clima» creado por el llamamiento que Chávez hizo el domingo a sus compatriotas, civiles y militares, para que estén preparados para la guerra.
En su programa «Alo Presidente», Chávez dijo que teme una agresión a su país a raíz de un acuerdo suscrito por EE.UU. y Colombia para el uso compartido de bases militares en la segunda de esas naciones.
Según el senador opositor brasileño José Agripino Maia, quien es contrario a que Venezuela entre al Mercosur, «Chávez y su discurso beligerante, echaron por tierra cualquier perspectiva de acuerdo» para ratificar el protocolo «esta semana».
Ayer, tanto la oposición como el oficialismo brasileños habían destacado que las declaraciones de Chávez no ayudaban a la aprobación del protocolo, que aún no está vigente por las reticencias que despierta en los parlamentos de Brasil y Paraguay, países que forman el Mercosur junto a Argentina y Uruguay, donde sí ha sido ya ratificado.
Desde Nueva Delhi, el canciller colombiano, Jaime Bermúdez, dijo hoy a Efe que el «espacio de interlocución» con Venezuela «está abierto» pese a las amenazas proferidas por Chávez, y reiteró la intención de Colombia de plantearlas ante foros internacionales.
Según Bermúdez, el presidente colombiano, Álvaro Uribe, ha llamado «varias veces» a Chávez y él mismo ha hecho lo propio con el canciller venezolano, Nicolás Maduro.
«No hemos tenido respuesta, pero nosotros creemos que cuando hay dificultades, lo que hay que hacer es profundizar las relaciones, no romperlas», añadió
Por otro lado, tanto el Gobierno de EE.UU. como el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, instaron ayer a Colombia y a Venezuela a resolver de manera pacífica sus diferencias, y a despejar el fantasma de una guerra que no quieren ocho de cada diez venezolanos, según un reciente sondeo.
La encuesta de la firma privada Datanálisis, con un margen de error de 2,7% y difundida ayer, revela que un 79,9% de las 1.299 personas encuestadas se pronunciaron en contra de ir a la guerra.
La encuesta se realizó en septiembre pasado, poco después de que Chávez ordenara congelar las relaciones con Colombia en protesta por el acuerdo para el uso de bases militares colombianas por parte de militares de Estados Unidos.
«Estamos ciertamente al tanto de las recientes tensiones en la frontera colombo-venezolana. Por supuesto no creo que eso tenga que ver con EE.UU., pero desde luego alentaríamos el diálogo entre Venezuela y Colombia y una solución pacífica a la situación fronteriza», afirmó hoy el portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, en su rueda de prensa diaria.
Por su parte, el presidente de turno del máximo órgano de la ONU, el embajador austríaco Thomas May-Harting, confirmó hoy que Colombia ya se ha puesto en contacto con el Consejo de Seguridad para manifestarle su inquietud por lo que calificó de «amenazas de guerra» por parte de Chávez.
«Hemos tenido contactos informales con las autoridades colombianas y queda claro que están preocupadas por la situación», señaló May-Harting.
El secretario general de la OEA, organismo al que Colombia ha anunciado también que va a recurrir, hizo un llamamiento a ambos Gobiernos para que restablezcan el diálogo.
En un comunicado difundido hoy, Insulza afirmó que «los problemas comunes deben ser resueltos conjuntamente y las divergencias deben solucionarse mediante canales diplomáticos».
El secretario general recordó, asimismo, la necesidad urgente de realizar un esfuerzo de cooperación e integración en la frontera común entre ambos países, la zona más perjudicada por la tensión, que se ha reflejado en una caída del comercio bilateral.
Al respecto, el presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Colombia (Analdex), Javier Díaz, opinó que el deterioro de las relaciones comerciales y diplomáticas colombo-venezolanas pone en riesgo unos 170.000 empleos en la zona fronteriza.