Desciende la entrada de inmigrantes irregulares en camiones gracias a un dispositivo que mide los latidos del corazón

Desciende la entrada de inmigrantes irregulares en camiones gracias a un dispositivo que mide los latidos del corazón
. Europa Press

La entrada de inmigrantes irregulares ocultos en camiones ha caído en picado en la frontera de Melilla gracias a un dispositivo capaz de detectar las vibraciones que emiten los latidos del corazón, según informó a Europa Press la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC).

El delegado provincial de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Melilla, Yamal Al-Lal Hamú, ha destacado que el «goteo continuo» de inmigrantes clandestinos que hace unos años se escondían en los bajos de los camiones para cruzar la frontera se ha visto interrumpido gracias a los detectores que la Guardia Civil implanta a estos vehículos para detectar los latidos cardiacos.

Una vez que el conductor desciende del camión, los agentes ponen en funcionamiento estos equipos que descubren cualquier presencia humana aunque el vehículo se encuentre totalmente cargado. Estos dispositivos inteligentes han llevado a los ‘sin papeles’ a abandonar los vehículos pesados para ocultarse en maleteros, motores, salpicaderos y dobles fondos de turismos.

Yamal Al-Lal calcula que cerca de una treintena de inmigrantes en situación irregular intenta entrar en la Península desde Marruecos cada mes. «Ya no es como antiguamente que en un mes teníamos 1.000 o 1.500 inmigrantes de entrada», afirma, para después atribuir el fuerte descenso al trabajo del Instituto Armado y a la colaboración de las autoridades del reino alauí.

ESCONDIDOS EN EL DEPOSITO DE GASOLINA

La desesperanza de los ‘sin papeles’ les ha llevado a ingeniar nuevas vías de entrada en el paso de Beni-Enzar. «Hay miles de formas, algunos se esconden de los bajos de los coches e incluso ha habido casos en los que han quitado al vehículo el depósito de gasolina y se ha metido ahí a la persona. Entonces, depositan dos o tres litros de gasolina en el contenedor del líquido limpia-parabrisas para, a través de un tubo, unirlo al motor», explica Yamal, para aclarar a continuación que tal cantidad de carburante es suficiente para atravesar el paso fronterizo.

Según él, los turismos son más propensos para que los irregulares pasen desapercibidos. La «intuición» y experiencia de los guardias civiles es clave para localizar los automóviles sospechosos ya que los miles de vehículos que cruzan diariamente la frontera hace imposible a los agentes registrar todo el tráfico rodado o colocar a cada uno el detector de latidos cardiacos.

Los conductores que se arriesgan a transportar a los inmigrantes reciben al menos 1.000 euros por el viaje. «Es poco, se juegan años de cárcel por un delito grave contra los derechos de los ciudadanos extranjeros», indica.

PORTEADORES ANCIANOS Y CIEGOS EN EL MELILLA

Durante el día, miles de porteadores se apiñan en la zona del Barrio Chino. Mujeres de 70 años, adultos de avanzada edad y «algunos ciegos» cargados de fardos con ropa usada, calzado, alimentos o neumáticos forman filas de 2.000 personas en condiciones, según Yamal, «penosas». «Es una zona descampada, sin asfaltar, sin nada de cobijo y sin sombra y sólo hay un aseo», lamenta, para enfatizar que las pésimas condiciones repercuten en el guardia civil que controla la seguridad y el orden de ese «enjambre» humano.

La asociación mayoritaria de la Guardia Civil alerta del insuficiente número de agentes en el punto fronterizo, teniendo en cuenta que en estos momentos cerca del 33 por ciento de la plantilla disfruta de sus vacaciones estivales. «Todos los guardias civiles son pocos», advierte al tiempo que insta a la Delegación de Gobierno a mejorar las condiciones de las garitas, techar la zona de Barrio Chino e implantar más aspersores humedificantes en el terreno para hacer más llevadera la espera de las personas que aguardan durante horas para pasar al lado de Marruecos.

«Es comercio de salida, no cometen ninguna ilegalidad en España», prosigue Yamal, quien precisa que los agentes impiden cargar a los menores de edad, por lo que sólo se ve a alguno acompañar a sus padres. «Hasta que lleguen a pasar a Marruecos aquello es un infierno», ha expresado, aclarando que la fluidez del tráfico depende de la gestión de las fuerzas de seguridad marroquíes en su control fronterizo.

Además de incrementar el número de efectivos, regular sus jornadas de trabajo como las de la Policía Nacional y mejorar las condiciones de los puestos instalados a lo largo de la valla perimetral, la AUGC reclama el acondicionamiento de un punto fijo de vigilancia «malísimo» montado en el Museo Militar de Melilla la Vieja. Se trata, según ha explicado, de una garita de madera de un metro cuadrado para dar cobijo a equipos «sensibles» de la Guardia Civil como visores nocturnos, cargadores, cámaras térmicas o prismáticos aunque eso sí, un punto de vigilancia marítima «alto y dominante».

Con todo, la AUGC destaca que los asaltos y las avalanchas registradas en años anteriores en la valla han desaparecido prácticamente gracias a la «magnífica labor» de guardias civiles y policías y a la eficaz cooperación de Marruecos. «Si no es por su colaboración en el tema de la inmigración estaríamos como en el año 2005 o peor», concluye el miembro de la asociación, rememorando los asaltos masivos que aquel año segaron la vida de varios inmigrantes y dejaron heridos a varios agentes.

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