Asha Hussein Ismael sufrió la ablación genital femenina cuando sólo tenía cinco años y asegura que aún escucha «el sonido de la cuchilla» sobre su piel. Su hija, de 21 años y residente en España, no ha tenido que pasar por la mutilación y va a viajar en agosto hasta Africa para ver a su abuela por primera vez, ya que Asha reconoce que no la permitió ir antes con la familia «por miedo a que le practicasen la ablación».
«Nunca la he dejado vivir con nadie por miedo, ni siquiera en vacaciones. Por primera vez, con 21 años, va a ir con la familia y verá a su abuela. De pequeña no podía permitir que viajase a Africa porque mi madre, pensando que me estaba haciendo un favor, podría haberle practicado la ablación», ha explicado Asha en una entrevista concedida a Europa Press.
En cualquier caso, ha señalado que le gustaría que el mundo entienda que «no se puede tratar a estas madres como criminales», puesto que están cumpliendo una tradición y creen firmemente que están haciendo lo mejor para sus niñas. «Mi madre todavía no lo entiende, aunque ya se ha rendido», dice Asha, a la vez que celebra el haber cambiado la vida de su hija: «Ya es una generación salvada».
Asha recuerda que el día en que iba a sufrir la mutilación estaba «muy contenta» porque sabía que llegaba «un momento importante» en su vida. «Ese día me bañe, me puse un vestido nuevo y fui corriendo a llamar a la matrona para que viniese a la cocina de mi abuela. Allí había un agujero cubierto por un pañuelo donde caería la sangre. Hasta entonces no tenía miedo». A continuación, relata como su madre le puso un trapo en la boca y le separó las piernas: «Todavía escucho el sonido de la cuchilla cortando la piel, es tan terrible que se te olvida gritar».
Tras 35 años sin poder olvidar ese momento, afirma que fue entonces cuando nació, «inconscientemente», la ONG ‘Salva una niña, salva una generación’ que actualmente preside y con la que trabaja, mediante talleres en Kenia y Somalia, para que las madres jóvenes piensen en sus hijas y no las hagan pasar por la misma situación.
En estas charlas se habla abiertamente de los traumas causados por la ablación. Asha explica que a ella la cosieron con hilo y aguja y que, con 41 años, no es capaz de coser ni un botón. «También lo sufres cuando tienes la regla y, cuando llega el día de tu boda, el hombre te tiene que cortar y acostarse contigo inmediatamente. Te odias a tí misma».
«La primera noche me quedé embarazada de mi hija y cuando me abrieron para que naciera el bebé la matrona me dijo que estaba rota como un trapo viejo». Asha lamenta no haber tenido la suerte de las niñas de hoy: «Si alguien me hubiera hablado de la ablación antes de que me la practicasen no habría ido a buscar a la matrona, habría huido».
Según datos de UNICEF, tres millones de niñas y mujeres sufren la mutilación genital anualmente, lo que implica 6.000 nuevos casos por día, mientras que la organización mundial de la salud (OMS) cifra en 130 millones las personas que han sido víctimas de esta práctica que aún está vigente, de una forma u otra, en 40 países, principalmente en Africa.