Ecuador recuperó hoy la tranquilidad tras el susto que generó ayer el sismo de 7,2 grados de magnitud en la escala de Richter, que casi no dejó daños porque se produjo a unos 235 kilómetros de profundidad.
El Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional informó hoy de que no se han producido réplicas del movimiento telúrico, que tuvo su epicentro en un sector de la Amazonía y que, además de un herido leve, causó pocos daños en viviendas mal construidas en la costa.
«Ha estado todo tranquilo», indicó a Efe un técnico del IG tras reiterar que no se han producido réplicas y que, apenas, se ha registrado un ligero temblor, de 3,5 grados en la escala de Richter, cerca a la localidad de Jambelí, en la provincia costera de El Oro, que no fue sentido por la población.
Asimismo, informó de que no se tienen reportes de una eventual incidencia del sismo en la situación volcánica, ya que el Tungurahua y el Reventador, los más activos, y otros, casi no presentan alteraciones y se encuentran «tranquilos».
Aunque el sismo de ayer, ocurrido a las 06.54 hora local (11.54 GMT) cerca de la ciudad amazónica de Puyo, causó alarma en casi todo el territorio, la calma que le sucedió dio ánimo a los ciudadanos para disfrutar, desde hoy, del puente festivo de tres días, por la conmemoración del Primer Grito de la Independencia colonial.
No obstante, la intensidad del sismo, que no generó mayores consecuencias por su gran profundidad, despertó el debate sobre la preparación del país ante este tipo de eventos.
El ministro coordinador de Seguridad Interna y Externa, Miguel Carvajal, en declaraciones reproducidas por la Secretaría de Comunicación de la Presidencia, señaló que se mantienen una vigilancia permanente sobre la actividad sísmica en el país.
Asimismo, Carvajal agradeció el apoyo internacional que se manifestó pocos minutos después de registrado el evento natural, debido a que, por la gran magnitud que alcanzó el sismo, se pudo haber presumido una catástrofe.
«Hubo la llamada de varios países del mundo que ofrecieron su ayuda. Afortunadamente, por la profundidad (…), no tuvimos que lamentar mayores daños materiales y, peor aún, desgracias personales», remarcó.
Para el ministro, este tipo de eventos deben ayudar a mantener en alerta a la población, debido a los riegos a los que el país está expuesto, como eventuales sismos, maremotos, erupciones volcánicas, sequías e inundaciones.
Por eso, dijo que este tipo de sucesos deben obligar a los ecuatorianos a mejorar la capacidad de «prevención, monitoreo y reacción».
Carvajal insistió en la necesidad de profundizar la educación preventiva ante fenómenos naturales y diseñar planes individuales y colectivos de evacuación y seguridad.
El ministro dijo que mantiene reuniones con la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos para analizar los sistemas de alerta temprana, por ejemplo en el caso de tsunamis o maremotos.
«Tenemos equipos probándose en Esmeraldas (en el litoral norte), que es una zona de riesgo, pero la disposición es hacerlo en toda la costa», agregó.
Asimismo, reveló que en las próximas semanas se difundirá un programa de educación respecto a lo que debe hacer la población en el caso de un terremoto, así como un trabajo coordinado con los gobiernos locales y la población sobre las normas de seguridad ante este tipo de eventos.
«Todo edificio público o privado debe tener zonas de seguridad, vías de evacuación y cumplir con todos los estándares y normativas de construcción. Esto debe formar parte de una transformación cultural» en el país, apostilló Carvajal.