Indigentes uruguayos combaten la exclusión con pintura, cine y debates

Indigentes uruguayos combaten la exclusión con pintura, cine y debates
Cinco personas, entre educadores y psicólogos, forman parte del equipo del centro, sin contar con los responsables de los distintos talleres que se realizan en el local. EFE/Archivo

Pintura, cine y debates sobre temas tan actuales como la imagen de la mujer en el «reggaeton» son los ejes del primer centro cultural para indigentes de Uruguay, con el que las personas sin techo buscan su reinserción en la sociedad de la mano del pincel, la palabra y, sobre todo, la esperanza.

Ubicado en un viejo caserón remodelado y pintado, el Centro Cultural Urbano de Montevideo permite a las personas sin hogar de la capital uruguaya establecer una «interacción social entre personas y con personas» para tratar de revertir «su proceso de exclusión social», dijo a Efe el coordinador del centro, Alfredo Correa.

Al recinto, «un espacio pensado para la reproducción y consumo de bienes culturales por parte de una población apartada», acuden con asiduidad unas sesenta personas desde su apertura, hace algo más de un mes, para participar en actividades bien alejadas de la vida en las calles de una urbe moderna.

Al igual que cualquier otro centro cultural, ha tenido problemas para ponerse en marcha, como la falta de presupuesto, pero ninguno originado en su público objetivo, los indigentes, que sólo requieren «más atención y estar más abiertos al encuentro».

«Generalmente, la atención a esta población venía vinculada a lo más material, a la satisfacción de sus necesidades más existenciales, es decir, comida y techo. Esta es otra propuesta para acercarnos, conocernos y revertir la exclusión», dijo Correa.

Así, el lugar se aleja de la imagen del clásico centro de acogida, haciendo hincapié en la reconstrucción a través de la cultura de «las redes sociales y afectivas» destruidas por la indigencia.

Cinco personas, entre educadores y psicólogos, forman parte del equipo del centro, sin contar con los responsables de los distintos talleres que se realizan en el local.

La acogida de la iniciativa, financiada por el Ministerio de Desarrollo Social, ha sido positiva, por lo menos por parte de los usuarios.

Según explicó a Efe un indigente que no quiso dar su nombre, las actividades propuestas en el viejo caserón permiten «pensar en otras cosas» más allá de la supervivencia diaria, algo «digno de agradecer».

Mientras leen periódicos o ven una película -la próxima en proyectarse en el cineclub será la uruguaya «Gigante», ganadora de tres premios en la Berlinale del año pasado-, los indigentes del centro hablan de futuras actividades y de planes para exponer sus creaciones.

Otros asistentes aprovechan las instalaciones para retomar aficiones que mantenían antes de vivir en la calle, como la pintura y la escritura.

Una de las propuestas más interesantes es el «Café Noticias», donde se leen los diarios de la mañana y se discute cómo afecta a su vida cotidiana la política uruguaya.

«Luego vienen a ver películas, leer libros, o escuchar música, porque esto, como centro cultural, es un espacio de disfrute, y el objetivo es pasarla bien», apuntó Correa.

En cualquier caso, los visitantes del centro están obligados a desarrollar una actividad, ya que las normas prohíben la permanencia en el local de aquellos que presenten síntomas de intoxicación por alcohol o drogas, o que busquen solo un lugar para dormir.

«Esa ha sido la gran novedad. Esto no es un achique. Se está calentito, sí, pero también implica muchas otras cosas más. Y eso lo han entendido. Ellos mismos son los que se alejan si incumplen las normas» afirmó el coordinador.

Según Correa, el éxito del proyecto se debe a que un centro cultural permite a los indigentes recuperar «un espacio social que había sido destruido».

«Agradecen permanentemente. Que se los trate como personas es una de las necesidades básicas que empiezan a ver resueltas por aquí, porque el problema no son ellos, sino su ubicación social en un ‘no lugar’ donde ni siquiera son considerados», concluyó.

Pese a que Uruguay no registra un número de muy elevado de personas sin hogar respecto a otros países latinoamericanos, en Montevideo es común encontrar personas viviendo en la calle todo el año en portales o bajo los puentes, incluso durante el invierno.

La mayoría tiene problemas de alcoholismo o drogadicción y sobrevive cuidando de autos o mendigando.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la indigencia afectaba apenas al 1,6 por ciento de la población uruguaya en 2009, aunque la pobreza llegaba al 20,9 por ciento.

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