Los familiares de los 33 mineros atrapados en una mina del norte de Chile desde el pasado 5 de agosto han recibido durante la noche una feliz sorpresa: la respuesta a las cartas que les habían enviado preguntándoles cómo estaban.
Los alrededor de 200 familiares que se han congregado en lo que ya se conoce como campamento Esperanza en torno a la mina San José, se preparaban para dormir cuando los equipos de rescate les avisaron de que acababan de llegar las cartas escritas por los mineros como respuestas a sus mensajes enviados previamente desde la superficie al fondo del yacimiento, informa la edición electrónica de ‘El Mercurio’.
«Los rescatistas nos reunieron y empezaron a decir ‘ha llegado carta’ y les respondían ‘¿para quién?'», relató al diario Carmen Baeza, esposa de Juan Illanes, y que fue una de las afortunadas. Su marido le reconocía en él que «es un milagro» que los 33 sigan con vida.
Uno de los mensajes más emotivos fue el que recibió Jessica Yáñez, que dicho a su pareja, con la que se casó hace 25 años pero sólo por el Registro Civil, que esperaba que cuando le rescaten «por fin nos casemos por la Iglesia». «Cuando salga, compramos el vestido de novia y nos casamos por la Iglesia», le respondió éste, Esteban Rojas.
Por su parte, otro de los mineros, Ariel Ticonas le confesó a su padre, Héctor, que extrañaba las comidas abundantes. En su mensaje advirtió a su madre de que tendrá que hacerle «por lo menos un mes todas las cosas ricas que hace, especialmente las empanadas y las tortas».
Los equipos de rescate explicaron a los familiares que las cartas serán, por ahora, la única forma de comunicarse con los mineros, ya que aún se está evaluando qué impacto emocional podría provocarles una comunicación sonora con sus parientes.
SOPA DE CHOCOLATE Y FRAMBUESA
Por otra parte, ‘La Jornada’ informa este miércoles de que ayer los mineros pudieron comer su primera comida decente: sopa concentrada con sabor a chocolate y frambuesa, que les hicieron llegar en una lata de 400 centilitros para cada uno, que les recomendaron beban lentamente, a razón de 100 centilitros cada seis horas.
Según el ministro de Salud chileno, Jaime Mañalich, se estima que los mineros han perdido ya entre 8 y 10 kilos de peso. Para recuperarles, está previsto suministrarles 1.500 calorías diarias, si bien se evaluará su situación caso a caso.
Para ello, el martes les hicieron llegar metros para que puedan medirse la cintura, kits para realizar análisis de orina, aparatos para tomar la presión arterial y termómetros, con el fin de realizar una evaluación más detallada de su estado de salud.
Los 33 mineros se encuentran en un refugio de 20 metros en el que ya han establecido turnos y se han repartido labores. Así, mientras la mitad duerme, la otra realiza algunas actividades como revisar el sistema eléctrico, limpiar los conductos y realizar inspecciones topográficas. Además, precisa el diario, se les solicitó que mandaran cuatro muestras de agua de la mina para ver su estado y evaluar si ellos mismos pueden hacer un tratamiento con cloro.
Lo que más preocupa actualmente es que en el refugio hay una temperatura de entre 32 y 36 grados y que la calidad del aire no es buena por la alta presencia de polvo y monóxido de carbono, que les está afectando la vista. Para aliviarlo, se les han enviado parches oculares y ayer fueron asistidos a distancia por oftalmólogos.