"La Mina que se Comió a los 33" es una película basada en los duros días que se vivieron en el interior y el exterior de la mina San José
De 80 inscritos por Internet sólo siete llegaron al pub «El Pasillo», de Bellavista, para enfrentarse a un tribunal integrado por una mujer ultra hot, un director de cine erótico y dos románticos rancheros del sur.
Eran las siete de la tarde en el pub «El Pasillo» de Bellavista. En esas coordenadas se encontraban tres de los más puntuales actores aficionados, prestos a participar en el casting de la película «La Mina que se comió a los 33». El más joven leía la «Antología personal» de Borges y los otros dos conversaban distendidamente.
En eso entra Leonardo Barrera y a uno de los candidatos que charlaban, la cara del director se le hizo conocida. Entonces llamó a Valentina, una chica de la producción, y le preguntó: «Señorita, disculpe ¿Qué clase de película es esta?».
«La Mina que se Comió a los 33″ es una película basada en los duros días que se vivieron en el interior y el exterior de la mina San José. Todo con un pequeño detalle: es en formato soft porno.»Perdone señorita, pero me tengo que retirar. Es que soy evangélico y mi religión no me permite actuar», se excusó gentilmente el primer objetor de conciencia de la hazaña que Leonardo Barrera se propuso hace ya hace varios meses y que el jueves comenzaba su primera etapa de producción.
El primer desertor no entendió la metáfora que se revela en el nombre de la película: «O sea, todos esperan que la mina esté dentro de la otra mina, pero al final los que van a estar dentro de la mina son los actores», explica Barrera un poco preocupado porque ya son las siete y media de la tarde y 77 de los 80 actores amateur que le habían confirmado por e-mail y Facebook aún no aparecían.
Vamos aclarando conceptos. Soft porno no es lo mismo que porno a secas. Según el director del filme, las tomas en primer plano de los aparatos reproductores masculino y femenino están descartados de entradita. Por lo mismo, el casting era en un lugar abierto al público y la única piel que se vería era la del torso de los actores. Eso para desilusión de dos inspectores municipales de la municipalidad de Recoleta que fueron los primeros en llegar, armados con un talonario de boletas por si el local se salía de su patente de bar.
Minas, mineros y cámaras
Cerca de las ocho de la noche hizo su aparición Camila Bellota, la protagonista del filme. El apelativo de despampanante le queda bastante bien a esta chica de ojos verdes, de cómodo tamaño y abundantes curvas. A esa hora también se empezaron a hacer presentes el resto del team de Barrera, que incluía al productor Gustavo Prádenas, la fotógrafa Zaida González (que estará a cargo de la fotografía y el arte del filme) y los Rancheros de Villarrica, dúo creador de la canción del filme, que tiene el sugerente nombre «sexo sexo sexo».
El único problema era que a esa hora había más prensa que «mineros». Otra de las tantas coincidencias, con lo ocurrido en el Campamento Esperanza, en Atacama. Pero a la producción el tema no le preocupaba mayormente ya que cuentan con suficientes cartitas bajo la manga para complementar la cabalística suma de 33 requerida para que la cinta cobre sentido.
«La película tiene un componente mágico», explica Barrera, minutos antes de entrar de lleno al casting. «La Mina va a representar al espíritu de la Tierra, a la Pachamama, que va a cumplir todos los deseos de cada uno de los mineros. O sea, si un minero quiere subir a uno de los ascensores de Valparaíso y tener sexo en él, se le cumplirá. Si otro quiere comerse un completo, se le cumplirá… pero bueno, si pide eso ya es problema de él», reflexiona el director, dejando claro que, fiel a su estilo, el tema erótico primará en los anhelos de los trabajadores del cobre.
Funes el memorioso
Felipe es estudiante universitario y se enteró del casting a través de un sitio de Internet. Él es quien lee la Antología Personal de Borges (Jorge Luis) bajo una luz de neón, mientras espera la ronda de preguntas tras la cual se sabrá si califica o no para ser uno de los 33 obreros que tendrán la suerte de estar dentro de la mina. «Me gusta la pornografía y me gustaría sentir cómo es estar en una película», defiende como sus grandes motivaciones.
A su lado se encuentra Francisco, guardia de seguridad que se soba las manos cuando ve entrar a quien, si todo sale bien, será su coprotagonista. «Estoy acá porque quiero estar dentro de esta película. Me gusta mucho el género, me llama mucho la atención. Siempre había querido ver esa película…»Garganta Profunda», y la encontré recién hace un par de años. Es súper loca la idea… eso de que una mujer tenga el clítoris en la garganta», dice el hombrón de 42 años, dejando ver el hilo argumental de la setentera cinta protagonizada por la hábil Linda Lovelace.
Ya son diez años de porno chileno. Una década desde que Leonardo Barrera y su equipo vienen trabajando a contracorriente para tratar de hacer funcionar la industria. Como siempre, la meta es generar el ansiado porno con contenido, algo así como la piedra filosofal del erotismo en video, capaz de unir el acto sexual con un argumento que sea capaz de motivar tanto el cuerpo como el espíritu humano.
Historia de una Adolescente Ninfómana (2001), Hanito el Genio del Placer (2001) y Apelación Sexual (2002) fueron las primeras películas porno nacionales, que tuvieron a la recordada Reichell como protagonista. Barrera espera que con «La Mina que se comió a los 33» se genere el argumento perfecto para dar con aquella cinta de calidad que Chile, hoy más que nunca, necesita.
Quieren ser Mario Sepúlveda
Ya se había ido el sol cuando el equipo decidió proceder a la ronda de preguntas para poner a prueba a los actores. A los dos voluntarios puntuales que quedaban, se fueron sumando de a poquito nuevos asistentes, que llegaron una vez que el duro examen a micrófono abierto había comenzado.
El primero fue el más joven, que habló de las motivaciones personales que lo condujeron a presentarse ante tal magno tribunal. Claramente, Camila Bellota se transformaba en una razón más para estar bajo los focos. En cuanto al minero que le gustaría representar, el nombre de Mario Sepúlveda fue el que se le vino a la boca.
Prádenas y Barrera hacían las preguntas de rigor. A ello se sumaban los comentarios de los Rancheros de Villarrica, quienes no comprendiendo bien la esencia de la pornografía, instaban a cada uno de los participantes a dedicarle un poema romántico a la actriz que tenían frente a sus narices.
«Bellota de mi amor / te veo y se me para /el corazón» declamaba Francisco, el guardia de seguridad. «Necesitamos que se le pare otra cosa», respondió a coro el jurado.
El tercer participante fue Carlos, un joven de grueso calibre que enfundaba su humanidad en una camiseta negra de Iron Maiden. «Sé que por mi físico sería difícil protagonizar una de estas películas», dijo de entradita el veinteañero, desatando un inmediato «poooobreciiito» en la asistencia. Sin embargo, sacó aplausos cuando dejó bastante claro que no le importaba que lo reconocieran en la calle ni en la pega como un actor triple X.
Entre la asistencia había un hombre de corbata al que, sin embargo, no le pasaba lo mismo. Se trata del Doctor John, quien protagonizó una de las películas de Barrera, pero que dio por finalizada su carrera de histrión erótico después de que su hija se lo pidiera. Este testimonio era recogido por todos los medios presentes como el componente dramático del show.
El resto fue un poco más de lo mismo. Un total de siete actores amateur entre una multitud de periodistas y staff de producción. El erotismo sólo se dejaba ver encarnado en la figura de Camila Bellota, la Mina, quien una vez finalizado el casting comentaba: «pucha que tienen personalidad estos chicos».