El discurso que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dirigió a América Latina desde Santiago de Chile, parece haber dejado desilusionados a algunos comentaristas chilenos
El discurso que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dirigió a América Latina desde Santiago de Chile, parece haber dejado desilusionados a algunos comentaristas chilenos.
Apenas terminado el evento en el palacio presidencial de La Moneda, muchos de los periodistas que cubrían el acto destacaron que el mensaje no fue el esperado equivalente regional al que Obama dio al mundo árabe en junio de 2009 ofreciendo un «nuevo comienzo» en las relaciones con EE.UU.
A juzgar por los comentarios de algunos presentadores de la Televisora Nacional Chilena esperaban una propuesta más intensa y sobre todo que el registro de las «históricas palabras» quedara para la posteridad la frase «lo dijo en Chile en 2011».
Al parecer muchos tenían la expectativa de que el mensaje tuviera las repercusiones de la multimillonaria Alianza para el Progreso que el presidente John Fitzgerald Kennedy ofreció como estrategia de desarrollo para la región en marzo de 1961.
No es la Alianza
En su discurso de Santiago, el presidente Obama se refirió a aquella idea de su predecesor pero sólo para diferenciar el momento histórico.
«(La Alianza para el Progreso) era, incluso para los estándares actuales, una enorme inversión: miles de millones de dólares estadounidenses para satisfacer las necesidades más básicas de los pueblos en toda esta región» expresó Obama.
«Ese programa era adecuado para su tiempo. Pero la realidad de nuestros tiempos -y la nueva capacidad y confianza de nuestros vecinos latinoamericanos- exige algo diferente», afirmó al insistir en la idea expresada en la Cumbre de las Américas de Trinidad en 2009 que ya no hay «socios mayores» y «socios menores» en el hemisferio.
«Hay que ser realistas. No había que crear tantas expectativas. Tampoco era necesario que el presidente entrara en tantos detalles», le dijo a BBC Mundo Daniel Prieto, catedrático de la Universidad Andrés Bello.
«La Alianza para el Progreso fue un plan muy paternalista y la verdad provocó mucho daño en aquellos años cuando se luchaba contra la amenaza comunista que venía de la desaparecida Unión Soviética», afirmó Prieto.
Recuerdos del golpe
El presidente Obama citó a Pablo Neruda, rindió tributo a los ex presidentes asistentes (Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos) y cerró recordando la gesta de los 33 mineros que quedaron atrapados en Copiapó a fines del año pasado.
Obama trazó un paralelo entre las revoluciones populares que en las últimas semanas han derribado algunos gobiernos autoritarios del Medio Oriente y la evolución política de Chile tras el final del gobierno militar de Augusto Pinochet.
«Chile muestra que sí es posible hacer la transición de la dictadura a la democracia, y hacerlo pacíficamente», dijo hablando desde el Centro Cultural del Palacio presidencial de la Moneda, cuyo bombardeo quedó como la imagen del golpe de estado de 1973 contra Salvador Allende.
«Este maravilloso lugar donde hoy nos encontramos, a pocos pasos de donde Chile perdió su democracia hace varias décadas, es testimonio del progreso de Chile y su espíritu democrático», sostuvo.
Unos sí, otros no
El mandatario estadounidense siguió con la estrategia de presentar el modelo chileno como ejemplo para Latinoamérica, una región cuya transformación dijo reconocer.
«América Latina no es el viejo estereotipo de una región en conflicto perpetuo ni atrapada por ciclos interminables de pobreza. De hecho, el mundo debe reconocer que América Latina es la región dinámica y en crecimiento que verdaderamente es», afirmó.Según Daniel Prieto, el mandatario estadounidense al hablar del modelo chileno estaría expresando su rechazo a estilos como los que rigen en Argentina, Ecuador o Venezuela.
«Hay un rechazo a la política y la actitud argentina que es una país que no ha estado haciendo bien las cosas y como consecuencia ha visto aumentar la pobreza. No ha logrado desarrollar todo su potencial de desarrollo por el afán de intervenir la economía», dijo Prieto.
Además Obama estaría reconociendo la pérdida relativa de poder de EE.UU. frente a los poderes emergentes de China, India y Brasil.
«Compramos más de sus productos y servicios que ningún otro país, e invertimos más en esta región que ningún otro país. Por ejemplo, exportamos a América Latina más de tres veces de lo que exportamos a China» aseguró el presidente estadounidense.
Sin embargo, para Chile y Brasil -primer país que visitó Obama- China es ya el primer comprador de su producción de materias primas, una tendencia que debería profundizarse en la medida que se mantenga el crecimiento económico del gigante asiático.El punto cubano
En el discurso, Obama también pidió a los países de la región que colaboren con Washington para promever el respeto a los derechos humanos en Cuba.
«Nunca debemos flaquear en nuestro respaldo al derecho de los pueblos a decidir su propio futuro, incluido el pueblo cubano» dijo Obama y aseguró que buscará maneras «de aumentar la independencia del pueblo cubano, que tiene derecho a la misma libertad que todos los demás en este hemisferio».
Desde su llegada al poder Obama cambió restricciones hacia Cuba impuestas bajo el gobierno de George W. Bush flexibilizando el envío de remesas y facilitando que los cubanos-estadounidenses puedan visitar a sus familias en la isla.
Muchos consideran que Cuba es un punto central que facilitaría el relanzamiento de las relaciones con América Latina que Obama ha prometido y que por tanto haría falta un cambio radical que elimine la política de Washington vigente desde hace casi seis décadas.
Pero fuentes de la Casa Blanca que participan en el viaje presidencial aseguraron a BBC Mundo que «el relanzamiento de las relaciones no es algo que empezó aquí con la gira» sino que habría iniciado justamente en el mensaje que dio Obama en Trinidad y Tobago.