primero se les administraba un relajante muscular, pancuronio, lo que provocaba en los pacientes la necesidad de oxígeno, que posteriormente se le iba reduciendo hasta causarles la muerte por asfixia
Una médica brasileña que fue acusada de matar a siete pacientes para liberar camas en una unidad hospitalaria de cuidados intensivos, puede haber sido responsable de hasta otros 300 asesinatos, según las investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio de Sanidad Brasileño.
Los fiscales aseguraron que la doctora Virginia Soares de Souza y su equipo médico llegaron a administrar relajantes musculares a los pacientes. A continuación, les reducían el suministro de oxígeno, provocándoles la muerte por asfixia en el hospital Evangélico en la sureña ciudad de Curitiba.
De Souza, una viuda de 56 años, fue arrestada y acusada en febrero 2013 de siete cargos de homicidio en primer grado. Además, otros tres médicos, tres enfermeras y un fisioterapeuta de su equipo también han sido acusados de asesinato.
Los fiscales del estado de Paraná señalaron que, a través de escuchas telefónicas, la propia Virgina Soares reveló que mataba a los pacientes para liberar camas con el fin de que fueran ocupadas por otros enfermos.
«Quiero limpiar la unidad de cuidados intensivos», dijo en una conversación telefónica que fue grabada. En la misma, Soares de Souza dijo que «desafortunadamente, nuestra misión es ser intermediarios en el trampolín para la próxima vida». Su abogado, Elias Mattar Assad, dijo que los investigadores no eran capaces de entender cómo funciona la unidad de cuidados intensivos y que su clienta probaría su inocencia.
Por el momento, el investigador asignado por el Ministerio de Salud, el doctor Mario Lobato, dijo que se están investigando más casos. No se descarta que puedan surgir más casos, ya que en los últimos siete años han muerto 1.700 pacientes en la unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Curitiba.
Si los fiscales que prueban De Souza mató a 300 pacientes, podría ser uno de los peores asesinatos en serie del mundo, rivalizando con el caso de Harold Shipman, el médico inglés que fue encontrado muerto tras haber asesinado a 215 pacientes.
El doctor Lobato destacó que las muertes se produjeron bajo las mismas circunstancias: primero se les administraba un relajante muscular, pancuronio, lo que provocaba en los pacientes la necesidad de oxígeno, que posteriormente se le iba reduciendo hasta causarles la muerte por asfixia.
Los fiscales dijeron que De Souza se sentía «todo poderosa», hasta el punto de que ella «tenía el poder para decretar el momento en que la víctima iba a morir». En algunos casos, De Souza no acudía al hospital, pero daba instrucciones por teléfono a algún miembro de su equipo para acabar con la vida de un paciente.
El gobierno de la presidenta brasileña Dilma Rousseff anunciará medidas para reorganizar el hospital, según confirmó un portavoz del Ministerio de Salud.